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Caballos que parecen perros, la nueva atracción de La Rural

Un atractivo especial de esta edición es la presencia de dos pequeñísimos caballos, de apenas 70 centímetros de alto. Se llaman Falabella, una raza exótica, argentina.

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Por Infocampo

Como todos los años, los más chicos coparon la exposición rural. Aprovechando el receso de las vacaciones de invierno, desde temprano recorren la muestra, ansiosos por conocer a los animales de cerca. Un atractivo especial de esta edición es la presencia de dos pequeñísimos caballos, de apenas 70 centímetros de alto. Se llaman Falabella, una raza exótica, argentina, con sólo 140 ejemplares en el país y no más de dos mil en todo el mundo.

Evaristo Falabella es el responsable de traerlos a la exposición desde Olavarría, donde se encuentra el único criadero del país: “La definición es “caballo doméstico de compañía”. Son muy nobles y dóciles, se meten en la casa sin problemas, son muy tranquilos”, explica el criador.  Tienen diferentes alzadas, la máxima está en 85 cm y crecen hasta los 2 años aproximadamente. Viven unos 25 años, pesan lo mismo que un perro grande, entre 50 y 80 kilos…y de hecho parecen perros, por lo pequeños. Los niños más chicos se montan a su grupa, pero los animales son tan bajitos que sus pies fácilmente tocan el piso. Su origen está relacionado con los primeros caballos que habitaron esta parte de América, y luego de varios años de cruza y selección se obtuvo una tropa de armónicos caballos, resistentes y dóciles a la vez. Se hicieron conocidos en el mundo a principios de 1950, y en el campo de Olavarría nacen cerca de 60 ejemplares al año.

Pero estos simpáticos caballitos no son la única atracción para los pequeños. Cerca de la granja se puede ver en vivo el nacimiento de pollitos y codornices. En dos incubadoras se puede ser testigo de cómo rompen el cascarón y, a puro pío, hacen su ingreso al mundo. “Es increíble cómo los chicos miran azorados el movimiento de los cascarones mientras las crías pujan por salir; los padres quieren seguir recorriendo y ellos insisten en quedarse hasta que nacen”, cuenta Pablo, responsable de vigilar las incubadoras y las cerca de 100 diminutas aves que nacen a diario. Los gritos de asombro se multiplican cuando uno nuevo hace su aparición, todo mojado y con los ojitos cerrados.

Los que no quieren perderse nada de la muestra y, de paso, conocer un poco más cómo viven los animales, sus costumbres y los secretos del campo realizan una visita guiada por toda la exposición, de la mano de Experiencia Rural. Cada hora, un grupo guiado por jóvenes ingenieros agrónomos los acompañan en un recorrido por la muestra, mientras se les explica cómo se cría una vaca, qué es y cómo funciona la biogenética, cuáles son las distintas razas vacunas y el uso de cada una, las diferentes utilidades del caballo. Se recorren distintos puntos (agricultura y maquinarias, suelo, vacas de leche, vacas de carne, equinos y granja) y, al final, se les da la opción de ver un corto en 3D.  “La idea es introducir más a los chicos en lo que es la biodiversidad del campo, que es enorme y depende de la temperatura, humedad y los tiempos. Nos ayuda a nosotros a entender más cada sistema”, explica Felipe, uno de los guías.  “Los chicos se prenden más que los padres, preguntan un montón, hay algunos padres que se interesan mucho, pero los peques son mucho más incisivos en las preguntas, los padres hacen consultas más generales”, se sorprende.

La granja, con cerdos  grandes y pequeños, y el sector de aves, conejos, patos y liebres son otro de los puntos más atractivos para los niños, que no pierden oportunidad de ver y tocar a los animales. Para los más tecnológicos, la granja virtual es una parada obligatoria. En una enorme pantalla pueden verse “acompañados” por vacas, caballos, ovejas y aves, espantar langostas que se comen la cosecha o verse sorprendidos por una tropilla. El corto en 3D se repite durante todo el día a medida que la sala se va llenando. Con dos simpáticas hormiguitas que van guiando el relato, los niños se interiorizan en conceptos como siembra directa o sustentabilidad, aprenden cómo se aplica la tecnología al agro, el control de granos y animales a través de GPS y, en definitiva, el valor del campo en la vida diaria.

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