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Vanesa Padullés, una mujer rural que lucha por mantener el arraigo y la tradición de la vida de campo

La productora de Leones, casada con el expresidente de Coninagro, expresó su preocupación por la falta de matrimonios que quieran vivir en los campos y por los ambientalistas extremos.

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Por Infocampo

Vanesa Padullés Igoillo es una productora de Leones, en el sudeste de Córdoba, que decidió involucrarse en la temática de las mujeres rurales en un momento en el que la participación femenina era casi nula.  Casada con Carlos Garetto, expresidente de Coninagro, desarrolla tareas administrativas en el campo familiar y, además, cumple el rol de madre de sus dos hijos, una niña y un niño que se crían cerca de la producción agropecuaria.

“Venimos de una familia tradicional de productores, no de una empresa nueva que puede entrar y salir del negocio. Vivimos la mayoría del tiempo en el campo, y lo decidimos así pese a que eso significa claudicar en otras cosas. Queremos mantener el arraigo, que los niños crezcan en el campo y dar el ejemplo a nuestros propios empleados”, le contó Padullés a Infocampo, en el marco del Primer Congreso de Cooperativismo Agroindustrial que organizó Coninagro la semana pasada.

Para Vanesa, el campo necesita de la diaria, porque “no es lo mismo vivirlo que que te lo cuenten desde lejos y verlo en un Excel”.

“Con mi marido tenemos las funciones bien divididas. Yo no soy de esas feministas extremas: los roles son implícitos, complementarios y se dan así. No lucho contra eso, sino que trato de sacar lo mejor”, analizó, al tiempo que recordó que cuando Garetto estuvo al frente de Coninagro ella se hizo cargo de la mayoría de las actividades, principalmente en temas burocráticos.

Familias rurales y ambientalismo extremo, las mayores preocupaciones

“Me preocupa mucho el tema de las familias rurales. No conseguimos más matrimonios que quieran vivir en los campos. Yo entiendo perfectamente que las mamás quieran llevar a sus hijos a inglés, fútbol o tenis, y que por más que uno se esfuerce en darles todas las comodidades en el campo, esas cosas no las tienen”, explicó Padullés.

La idea de la productora, que participa de encuentros y reuniones con mujeres rurales, es impulsar mejoras en la logística, para acercar a los chicos a clubes y centros de actividades. “Es una cuestión de integración que hay que resolver: las distancias no son tan inmensas, y creo que sería bueno que haya una intervención del Estado. Yo intento trabajar con la UATRE, explicándoles los beneficios y tratando de que sepan compensar. Tienen que tomar en cuenta que no están pagando un alquiler y viven en una casa realmente linda y digna. No deberían amucharse en la Ciudad por tener algunas cosas. Los chicos sacrificarán algunas actividades, pero después de grandes las van a recuperar“, aseguró.

En cuanto a los cierres de escuelas rurales, Vanesa señaló que en realidad lo que se hace es “agruparlas para darles escala, porque sino quedan muy poquitos en cada una”. “Con un sistema de transporte que los pueda movilizar, se puede lograr algo mejor”, remarcó.

“Lo que más me interesa es el desarrollo y el trabajo en el campo, y no que nos representen mujeres rurales que al final viven en Recoleta. Cada una en su función. Si son empleadas de organismos vinculados al área rural, no es la misma dinámica”, sostuvo.

Paralelamente, Padullés habló del otro gran tema que preocupa a las mujeres rurales, que tiene que ver con el medio ambiente en relación al uso de agroquímicos.

“Hay una estigmatización del productor rural por parte de los los ambientalistas extremos“, disparó. “Quiero que se den cuenta de que nosotros no expondríamos a nuestros propios hijos a algo que supiéramos que es dañino. Tenemos cuidado por todo, por ellos, por nuestros empleados, por nosotros mismos. También tenemos cuidados económicos, porque son productos muy costosos y que hay que aplicar en forma adecuada y siguiendo las Buenas Prácticas Agropecuarias (BPA)”, resaltó.

En ese sentido, recordó que en Córdoba hay premios para quienes “hagan las cosas bien”. “Nosotros ganamos $100 mil el año pasado y los donamos a escuelas rurales para abrir el juego y la temática sobre las BPA. Los manuales de las mismas escuelas difunden mal los conceptos, y parece que el que produce es el que hace daño, mientras que el que no hace nada es el que critica y pone pautas”, denunció.

“Los fitosanitarios son como los medicamentos: no se pueden usar sin receta, ni en cantidades inadecuadas, ni en cualquier momento. Son productos que aumentan la productividad y lo que necesitamos”, concluyó.