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La era del conocimiento en la producción argentina

Los últimos 100 años de la historia de la agricultura mundial reconocen otra revolución.

Los últimos 100 años de la historia de la agricultura mundial reconocen otra revolución.
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Por Infocampo

Un ‘lucha’ contra el hambre que se desarrolló con el compromiso de los productores, el aporte de la ciencia y la tecnología. Fue la ‘Revolución Verde’, en la década de los ’60.

Norman Borlaug, reconocido como el padre de esa revolución, fue quien, desde el Cimmyt (Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo), en México, creó las nuevas variedades de ‘trigos enanos’, de altos rendimientos, con resistencia a enfermedades, que paliaron fuertemente los déficit alimentarios en la India y Pakistán.

Borlaug viajó sucesivas veces a nuestro país convencido de que el conocimiento científico aplicado al mejoramiento genético y el manejo ambiental replicaría la revolución en Sudamérica.

Como investigador del Inta Marcos Juárez en los 60, participé junto a Borlaug en la selección de campos experimentales en la Argentina para el desarrollo de cultivares adaptados para nuestra producción, y aprendí de su filosofía de trabajo.

Para la Argentina, la Revolución Verde significó la puerta de entrada a la era del conocimiento en la producción agrícola.

El germoplasma mexicano creado por Borlaug participó de un intensivo programa de mejoramiento con germoplasma nacional, que comenzó en 1963.

Ello permitió que en la campaña fina de 1972/73 se lanzara el primer cultivar con condiciones de enanismo, de alto rendimiento, con resistencia al vuelco y respuesta a la fertilización.

Este salto productivo no sólo alcanzó al trigo, sino también al maíz y la soja.

Fue un proceso rápido, que a nivel experimental permitió la aceleración de las generaciones de trigo, y en pocos años logramos los objetivos propuestos.

Años más tarde del primer cultivar de trigo alta producción, caminamos también los primeros pasos de la siembra directa.

Esta era la herramienta que permitía producir y conservar el recurso suelo. Desde el inicio de la agricultura emprobrecimos progresivamente nuestros suelos, perdiendo el 50% de la materia orgánica.

Con este nuevo sistema de producción logramos revertir el proceso de deterioro y entramos en un circuito virtuoso de recuperación y mejora de los recursos naturales.

Además, este sistema nos permitió lograr la mayor eficiencia en el uso del agua como factor más limitante de producción en nuestra agricultura de secano.

De esta manera, la Revolución Verde produjo un salto productivo, generó un incentivo para la adopción de nuevas tecnologías, como la conservación del agua y el manejo de las enfermedades, y permitió aumentar significativamente la producción de trigo desde ese momento hasta la actualidad.

La Revolución Verde es una fotografía del comienzo de una película rodada en estos cuarenta años de agricultura, en la cual, el peso del mejoramiento genético, los logros biotecnológicos y el manejo de los recursos ambientales a través del sistema de siembra directa son el resultado de la agricultura apoyada en el conocimiento científico que tenemos hoy.

Y esta película continúa.

Por Rogelio Bogante. Asesor privado

Artículo publicado en la edición de esta semana de Infocampo Semanario

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