En las últimas tres campañas un productor argentino sacó en promedio 2.580 kg de soja por hectárea. Esto es 24% más de lo que sacaba hace diez años (campañas 1992/93 a 1994/95) y 71% más de lo que sacaba en los años 70. Ese crecimiento del 2,5% anual en la última década no es casualidad: es la combinación del aporte que hizo el mejoramiento genético, el manejo agronómico y las nuevas tecnologías de protección de cultivos.
Pero los lotes de punta están dando cada vez más quintales.
En la campaña pasada, Aacrea Zona Centro (sur de Córdoba) organizó un concurso denominado “franjas top”. Como explicó Francisco Mouriño, uno de los asesores técnicos que participó del mismo, el propósito era conseguir información sobre el manejo de los lotes y estimular a la gente a experimentar con tecnología.
Cada productor elegía una franja de lote que por ambiente y por manejo apuntara a un gran rinde. En total participaron 47 lotes, que cubrían 2.200 hectáreas, sobre una superficie zonal de 65.000. El área involucrada iba desde Río Cuarto, al Norte, hasta el sur de la provincia.
Lo destacable es que el promedio regional -el año fue muy bueno climáticamente- fue de 3.400 kg/ha, contra el de las franjas que se ubicó en 4.454 kg/ha. Es decir que la combinación entre mejor ambiente y manejo le sacó diez quintales a un promedio bueno de por sí.
Pero si este número es impactante, más lo es el ganador, un lote de 20 hectáreas donde la trilladora sacó 6.390 kg de cada una. El segundo y tercer premios fueron para lotes que rindieron 5.595 y 4.950 kg/ha respectivamente; la diferencia estuvo dada, esencialmente, por la calidad de ambiente.
Pero la superación de rindes es generalizada. En 1998, Aldo Manarín, un productor de Ricardone, cerca de Rosario, ganaba el por entonces concurso Cyanamid de altos rendimientos, con 5.730 kg/ha. Era un lote excepcional, que descollaba entre los de la zona. “Hoy, es mucho más frecuente ver lotes de 5.200 ó 5.300 kg/ha”, comenta este productor que siembra 400 ha en la zona.
No hay muchos secretos en por qué le está yendo bien con los cultivos: inocula siempre, le pone un arrancador de fósforo a la siembra, hace siembra directa, controla insectos y hasta aplica fungicidas contra enfermedades de fin de ciclo. “Si le escamoteás tecnología, no sacás nada”, afirma.
Destacaba Manarín que acababa de trillar una soja de grupo 3,7 que le rindió 3.800 kg/ha, a pesar de la seca que pegó fuerte entre fines del año pasado y comienzos de éste. “El mismo clima, diez años atrás, hubiera hecho un desastre. Hoy por suerte tenemos una cantidad de variedades que nos permiten zafar”, sostiene.
Las cifras oficiales hablan de 38,5 a 40 M/t de soja para esta campaña, a razón de 2.550 kg/ha. Pero está claro que tecnológicamente hay mucho más para crecer y generar riqueza.
Con viento de popa
A la hora de repasar por qué en el sur de Córdoba se sacaron 66 quintales de soja, Francisco Mouriño enuncia los siguientes factores:
1.- Una napa a 1,80 metros, que hizo un efecto de “riego” subterráneo.
2.- Muy buena fertilidad del lote, que venía de un maíz nutrido. Tenía además un tenor de materia orgánica de 2,3%, medio punto porcentual más que el promedio de las franjas.
3.- El antecesor maíz. No sólo puede aportar fertilidad residual y carbono, sino que corta el ciclo de plagas y enfermedades de la soja.
4.- Buena densidad de plantas, con cobertura temprana del entresurco. Eso quiere decir mayor capacidad para interceptar la radiación solar y convertirla en fotosintatos.
Javier Preciado Patiño
jpreciado@infocampo.com.ar
