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La incertidumbre no alienta a invertir

Las cambiantes reglas de juego hacen que el productor no avance en agregar valor.

Las cambiantes reglas de juego hacen que el productor no avance en agregar valor.
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Por Infocampo

“¿Vos pondrías un millón de dólares para producir carne en este país?”, me decía un productor agrícola de primera línea, que hasta hace poco pensaba poner en producción 500 cerdas en confinamiento, a un costo de u$s 2.000 por madre.

Lo hacía para darle valor al maíz, el sorgo y la soja que produce. Pero las señales que recibe lo están haciendo desistir; no sólo arriesga su capital y su trabajo en el negocio, sino que aún cuando haga todo bien, no está seguro de que mañana le cambien las reglas de juego.

Entonces este productor hace lo que todo el mundo: se mantiene primarizado. Ahora está largando un proyecto de 5.000 ha en San Luis para hacer soja, maíz y girasol y venderlo tal cual a la cadena de comercialización granaria.

¿Cuál es la otra cara de la moneda de esta realidad? La semana pasada mostrábamos en las páginas de Infocampo que en 2005 la tonelada de huevo industrializado para exportación promedió u$s2.500. Y la tonelada de leche en polvo u$s2.200 y la de quesos u$s2.700, por poner algunos ejemplos.

Todas estas proteínas animales no son más que la transformación in situ de la energía solar que captaron las plantas (soja, maíz, pasto) y convirtieron en fotosintatos.

En 2004/05, los chacareros sacaron un cosechón de maíz: casi 20 M/t. Pero buena parte de ese plus de volumen se fue tal cual a engordar vacas, cerdos y pollos del otro lado del océano: según los datos de la Secretaría de Agricultura, en 2005 se exportaron 14,2 M/t del cereal. Obviamente, los países importadores se esfuerzan por estimular la transformación de granos en carne fronteras adentro. Para eso promueven la instalación de las procesadoras por un lado, mientras que por el otro despliegan un arsenal de medidas sanitarias o para sanitarias, que en nombre de la seguridad alimentaria sirven para retrasar tanto como les sea posible el ingreso de productos de mayor valor.

Porque una cosa es un barco granelero que lleva a Malasia un maíz de 100 u$s/t y cobra de flete 46, y otra es uno que lleva una tonelada de lácteos o carne, que multiplica por 25 el valor del cereal.

Definitivamente: ¿cuál es el negocio de que el grano se vaya tal cual por los puertos? Lo que se necesita es que la dirigencia política sea capaz de hacer que mi amigo productor saque de su cuenta bancaria el millón de dólares para poner su criadero de cerdos. Y que tras ese, vengan otros que hagan lo mismo con los pollos, el feedlot, los conejos o las ovejas. Así se matarían dos pájaros de un tiro: se aplacan los fantasmas inflacionarios porque aumenta la producción y se genera riqueza que mejora el estándar de vida de la sociedad.

Javier Preciado Patiño

jpreciado@infocampo.com.ar

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