Las principales empresas del rubro son Sadesa, Toredo, Fonseca, Arlei y Curtarsa, que procesan en promedio cerca de 7.000 cueros por día cada una. Si bien en Argentina hay cerca de 200 curtiembres, durante los 90 se dio un proceso de concentración del negocio entre las empresas que tenían mayor capacidad de producción, algunas de las cuales fueron ayudadas por inversiones extranjeras, lo que potenció su desarrollo.
La capacidad total de la industria es entre 17 y 18 millones de cueros por año. Pero como la faena de la industria frigorífica es cercana a los 14 millones de cabezas, la capacidad ociosa es del 23%, aunque en la Cámara de la Industria Curtidora (Cica) indicaron que supera el 30%.
La menor oferta de cueros hizo que durante 2006 la industria importara más mercadería de países vecinos, principalmente de Brasil. En 2005 se importaron 475.000 cueros, y este año ya se compraron otros 650.000.
En Cica indicaron que esas compras se hacen a los efectos de atender las necesidades de los clientes, pero que no son negocios redituables ya que deben pagar el flete por el traslado por una mercadería que es de menor calidad que la local y que en muchos casos llega dañada o en mal estado por el maltrato que sufren los animales en el trabajo de campo o durante los traslados.
La demanda local tuvo un fuerte desarrollo desde principios de 2002, cuando se devaluó la moneda local. Esto hizo que creciera la industria local con el consecuente crecimiento de la demanda de cuero para marroquinería, ropa y calzado para reemplazar la importación y aprovechar la venta al turismo extranjero. Según estimaciones privadas, esas manufacturas alcanzan una facturación anual cercana a los u$s150 millones.
Las exportaciones totales de cueros curtidos y manufacturas (tapizados para automóviles) sumaron en 2005 u$s900 millones, de las cuales u$s750 millones fueron por cueros curtidos. Este año, la industria prevé que tanto en volumen como en valor se alcanzarán esos mismos registros.
Del total vendido al extranjero, las cinco empresas mencionadas anteriormente se quedaron con un negocio de u$s585 millones.
Los destinos de los cueros argentinos son: China, que se queda con el 23% de lo exportado; Estados Unidos se queda con casi el 18% de lo que se exporta; los Países Bajos se quedan con el 10,50%; México con el 10%; Italia con el 8,20% y Tailandia con casi el 6%.
La importante demanda de cueros por parte de los países asiáticos para la producción de calzado hizo que las principales empresas del sector invirtieran en plantas en los países de destino y que en algunos casos recibieran inversiones extranjeras. A las plantas de destino el cuero llega semiterminado y con la finalidad de disponer de la mercadería cuando el cliente la demande. En destino se termina el cuero, lo que significa darle el color o la textura requeridos por los compradores.
Del total de cueros que procesa la industria, entre 13 y 14 millones por año, el 85% se exporta y el resto se vende en el mercado local a la marroquinería (carteras, bolsos, zapatos). La exportación tiene dos grandes destinos. Uno es el mercado asiático, donde funcionan las fábricas más importantes de calzado deportivo. El otro gran mercado es la industria automotriz concentrada en Estados Unidos y Europa a donde se abastece a la demanda de las empresas automotrices que usan el cuero para los tapizados, en muchos casos se los exporta ya terminados. En este caso, la exportación creció de los u$s59 millones en 1998 a los u$s180 M actuales.
Entre las principales empresas del sector se destaca la firma Arlei, que posee cuatro plantas en el país. Una de ellas en Las Toscas, Santa Fe, donde la firma invirtió a fines de los ´90 u$s4 millones en una planta para procesamiento de efluentes. A su vez posee otra planta en Salta y otras dos en la provincia de Buenos Aires, de donde salen piezas para tapizados terminadas que comienzan su procesamiento en los otros establecimientos. La firma esta exporta a Estados Unidos, Canadá y la UE.
Sadesa posee plantas de terminación en Uruguay, Paraguay, Brasil, China y otras dos en Tailandia, y alianzas comerciales con 18 países, entre ellos China, Indonesia, India, Israel y otros de Sudáfrica, Sudamérica, Estados Unidos y Europa.
Curtarsa tiene su planta en Villa Flandria, Buenos Aires. A fines de los años 90 fue vendida al grupo italiano Italian Leather en u$s50 millones. La empresa procesa 7.000 cueros por día y es una de las plantas más modernas gracias a la inyección de capitales que recibió con la venta. La firma elabora cueros semiterminados en el país y los exporta a Italia y Estados Unidos.
Fonseca, ubicada en Lanús Este, procesa cerca de 6.000 cueros diarios para automóviles, muebles, vestimenta o marroquinería. La firma tiene un joint venture con Eagle Ottawa, de Canadá, y exporta a los principales mercados internacionales.
A fines de los `90 por la corporación austríaca de Schmidt-Feldbach Lederwerke compró la curtiembre Gaticuer, en Brandsen, Buenos Aires que pasó a llamarse Toredo y que produce cueros terminados para automotrices.
En Cica señalaron que la exportación tiene retenciones del 5% para los curtidos y del 15% para los sin curtir. La cotización internacional del cuero argentino es entre u$s1,90 y 2. Según indicaron en la industria frigorífica este valor es, al menos, 50% inferior a la cotización de Chicago. En la industria curtidora comentaron que el precio es menor debido a los defectos que posee la mercadería argentina.
Las curtiembres pagan $4,60 por el kilo de cuero salado de hacienda liviana; $4,75 por el de novillo y $3,95 por el de vaca. El frigorífico hoy recibe un 83% de ese valor por el cuero crudo ya que se considera que la diferencia es el contenido de agua y desperdicios. El cuero pesa desde 18 a 45 kilos, según sea de hacienda liviana o de novillos pesados. El procedente de terneras o vaquillonas se destina a manufacturas como el calzado, y el de novillos y vacas tiene a la tapicería automotriz.
Nicolás Razzetti
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