Para que un mercado exista es indispensable la presencia de la oferta y la demanda. La distorsión provocada limitando la demanda está atentando contra el normal desarrollo del mercado del trigo.
No se protege al consumidor destruyendo un mercado.
La historia reciente de la carne y también del trigo muestran lo inútil y perverso de estas medidas.
No abaratan los precios, sino solo benefician a escasos elegidos.
Exigimos la restitución de la demanda y el libre desempeño de la operatoria de compra.