âYo creo que hay que poner el impuesto a la renta potencial de la tierra, porque es más justo y además es tan cobrable como las retenciones, porque la tierra no se mueveâ, razona Gustavo Grobocopatel, CEO del Grupo Los Grobo, en diálogo con Infocampo. El empresario sostiene que las retenciones tienen un sesgo antiproductivo porque gravan más a quien más produce. Por el contrario un âsúper impuesto inmobiliarioâ se diluiría a medida que la productividad aumenta, ya que pasaría a ser un costo fijo más.
Grobo dice que el Estado se lleva el 60% de la renta en las regiones centrales pampeanas y 90% en las marginales, dejando al negocio sin margen de utilidad.
-A las retenciones, el Gobierno suele anteponerle el argumento que como contrapartida sostiene un dólar alto.
-La realidad es que la rentabilidad sería mejor con un dólar a $2,40 sin retenciones que con este dólar y retenciones. La competitividad del campo de la agricultura depende de la relación insumo/producto, que desde los 90 están dolarizados.
-En Brasil hay un dólar bajo, sin retenciones e igual hay crisis en el agro.
-Los productores están mal por otras cuestiones, porque su economía está en reales y porque se financian al 30% anual en reales. El año pasado, la crisis se desató porque habían comprado insumos en reales, tomaron créditos a esas tasas y cuando fueron a vender la soja, en lugar de estar a 3 reales estaba a 2,40. El problema fue ése. Pero si hacés los números hoy, sacando lo financiero, es rentable hacer agricultura en Brasil. De hecho, nosotros estamos pensando en hacer agricultura en Brasil porque es más rentable que en la Argentina.
-¿Cualquier zona es más rentable?
-No, obviamente no es lo mismo estar a 1.000 km del puerto que a 2.000, pero con estos valores de la soja, el Mato Grosso empieza a ser viable para hacer soja.
-Lo que se ve es que las ciudades del interior argentino están mejor y eso creo que se lo deben a la actividad agropecuaria.
-Sí, pero no hay ninguna nueva industria instalada. ¿Qué industria se instaló en Carlos Casares en este tiempo? Seguimos sin que haya inversiones.
-Pero tampoco hubo inversiones durante la convertibilidad.
-En verdad, hace 50 años que no hay inversiones.
-Entonces se puede decir que el desinterés por invertir trasciende la política cambiaria.
-Lo que hay es una permanente extracción de dinero al campo, para transferirlo a otros sectores, lo cual impide que el campo pueda invertir. Los que estamos en el campo no tenemos plata para invertir la cantidad que deberíamos. Yo no puedo bancar el 100% de Avex. Sólo puedo aportar el 10 por ciento.
-¿Qué hace con el dinero aquel que cobró 20 quintales de soja por alquilar su campo? Porque ahí parece que hay rentabilidad.
-No sé, la guardará, pero es un tipo que debería invertir. Lo que pasa es que es un inversor rentístico, no productivo.
-En definitiva planteás que si hoy el Gobierno sacara las retenciones lloverían las inversiones, parafraseando al secretario Guillermo Moreno.
-Yo creo que sí, si lo ponés en un marco de diseño. Si ponés las retenciones a cuenta del impuesto a las ganancias o que se puedan amortizar rápidamente, para que las reinviertas. En el mundo, si vos reinvertís las ganancias, no pagás el impuesto. Así, en la Argentina podríamos estar haciendo un Avex por mes.
-¿Podrías demostrarle al Gobierno que esto sería así?
-Yo no puedo demostrar nada. Lo único que hago es describir qué está pasando y cómo funcionan las cosas en otro lugar, sin ir más lejos, en Córdoba.
-Lo de Avex demostró que una provincia no sólo está dispuesta a resignar recursos, sino que además puede contribuir con dinero.
-En Brasil es muy común que los estados compitan entre sí para que se radiquen las inversiones, ofreciendo ventajas. En el caso de Avex, estamos hablando de una inversión de u$s40 millones y una contribución del estado cordobés de 500.000 dólares. Y vamos a generar 500 puestos directos y 5.000 indirectos, al tiempo que vamos a transformar al sur de Córdoba en un importante centro avícola.
-¿Que opinás de la inversión en infraestructura?
-Es necesaria y está muy bien. Pero se debería acelerar, porque nuestros competidores en el mundo también se están preparando para ocupar nuestro lugar.