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La leche de las vacas de Chernobyl sigue radioactiva

Un análisis sobre una muestra obtenida en una granja cercana, cuyos productos se comercializan en los mercados bielorrusos y rusos, reveló niveles 10 veces por encima del límite de seguridad.

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Por Infocampo

En Bielorrusia, al borde de la zona de exclusión de Chernobyl y en la misma carretera que los carteles que advierten “¡Alto! Radiación”, un ganadero ofreció a sus visitantes un vaso de leche recién ordeñada. Los periodistas de Associated Press rechazaron educadamente el ofrecimiento, pero enviaron una muestra embotellada a un laboratorio, que confirmó niveles de isótopos radiactivos a niveles 10 veces superiores al límite de seguridad alimentaria en el país, según publica Infobae.

El descubrimiento, la víspera del 30º aniversario de la peor catástrofe nuclear del mundo, muestra cómo las consecuencias de la explosión del 26 de abril de 1986 en una central nuclear de la vecina Ucrania siguen afectando a la vida en Bielorrusia. El gobierno autoritario de este país agrícola parece decidido a volver a poner en uso tierras de labor que llevan tiempo inutilizadas, y en un país donde se aplasta la disidencia, cualquier objeción a la iniciativa es sutil.

El ganadero, Nikolai Chubenok, dice con orgullo que su rebaño de 50 vacas lecheras produce hasta dos toneladas de leche diarias para la planta local de Milkavita, que vende una marca de queso al estilo Parmesano vendida sobre todo en Rusia. Los responsables de Milkavita describieron los resultados de la prueba de laboratorio pagada por AP como “imposible”, insistiendo en que sus propias pruebas indican que su suministro de leche contiene trazas de isótopos radiactivos muy por debajo de los niveles de seguridad.

Pero una visita a los límites de la Reserva Radioecológica Polesie, un territorio fantasma de 2.200 kilómetros cuadrados (850 millas cuadradas) de 470 pueblos y ciudades abandonados, mostró un país poco preocupado por los isótopos de potencial cancerígeno que sigue habiendo en la tierra. Los granjeros dicen que la falta de mutaciones y otros problemas de salud evidentes indican que los problemas de Chernobyl pueden considerarse historia.

“No hay peligro. ¿Cómo pueden tener miedo de la radiación?”, dijo Chubenok, que produce leche desde 2014 en su granja a apenas 45 kilómetros (28 millas) de la central clausurada de Chernobyl, y a dos kilómetros (una milla) del linde de una zona que sigue oficialmente vedada a la habitación humana a tiempo completo. Chubenok dijo que espera poder multiplicar por dos el tamaño de su rebaño y empezar a producir queso en el lugar.

Su leche forma parte de la cadena de suministro de Milkavita para fabricar el queso Polesskiye, del que aproximadamente el 90% se vende en Rusia, y el resto en el país. El Banco Mundial identifica a Rusia como el principal mercado para las exportaciones alimentarias bielorrusas, que suponen el 15% de las exportaciones del país.

Desde que llegó al poder en 1994, el presidente Alexander Lukashenko -ex director de una granja propiedad del estado- ha detenido los programas de reubicación para gente que vive cerca de la zona de exclusión obligatoria e iniciado un plan a largo plazo para allanar pueblos vacíos y recuperarla tierra para cultivos y ganado. La explosión de Chernobyl forzó la reubicación de 138.000 bielorrusos que vivían más cerca de la planta, y otros 200.000 que vivían cerca se marcharon de forma voluntaria.

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