Publicidad Cerrar X

La molinería en su laberinto

La molinería argentina se encuentra atrapada en una coyuntura dada por el mercado y la política económica. Por un lado ve cómo aumenta día a día el valor del trigo, debido a una situación mundial de escasez. Pero por el otro no puede trasladar esos aumentos al precio de sus productos.

La molinería argentina se encuentra atrapada en una coyuntura dada por el mercado y la política económica. Por un lado ve cómo aumenta día a día el valor del trigo, debido a una situación mundial de escasez. Pero por el otro no puede trasladar esos aumentos al precio de sus productos.
infocampo
Por Infocampo

En su momento, se había determinado que el valor de corte “no inflacionario” para el trigo era de $370 por tonelada. Pero la molinería no pudo pilotear este precio más allá de junio, momento a partir del cual comenzó a validar la suba del mercado, hasta los $650 (o más) que la industria tiene que ofrecer, para acceder a su materia prima.

“A un precio de $370 para el trigo, el molino podía vender la harina a 32 o 33 pesos la bolsa de 50 kg, en línea con las metas del Gobierno.

Pero con el cereal a entre $580 y 600, el valor trepa a 44 o 45 pesos. Entonces, la única forma de soportar la situación es con el molinero poniendo 12 pesos de su bolsillo”, sostiene René Mangiaterra, director de Molino Matilde, en Santa Fe, y presidente de la Apyminra, la cámara de la pequeña y mediana industria molinera argentina.

Si bien es cierto que el Gobierno instrumentó un sistema de reembolsos para devolver a los molinos la diferencia entre el valor de mercado y el de abastecimiento (los $370), y que lleva entregados unos $20 millones, los industriales se quejan diciendo que pocas empresas han accedido y que existe un desfasaje entre el pago del trigo y el cobro del reembolso, que los descalza financieramente.

Por eso, sostiene Mangiaterra, pocas empresas entraron al sistema. “Hoy ya tenemos empresas que pararon de moler y el resto que puede seguir por unos 30 o 45 días más, como mucho. Pero, si para la cosecha nueva esto sigue así, vamos a tener problemas graves”, vaticina el empresario.

Desde la Federación Argentina de la Industria Molinera, cámara que agrupa a las empresas más grandes de la actividad, su titular, Alberto España, también se muestra preocupado por la situación.

Según el directivo, la problemática se resume en los siguientes items: a) Con un precio del trigo a 660/670 $/t, los molinos tienen que financiar 300 $/t para mantener la harina a $32/33, a retirar de planta. España habla de que la bolsa debería estar a unos 60 pesos. b) Esta brecha magnifica el descalce financiero entre compra de trigo y cobro del reembolso. c) El mercado no está muy ofertado, porque los que tienen el cereal están pensando en “rolarlo” para la nueva cosecha y venderlo a la exportación. “Está siendo muy engorroso abastecerse de
trigo”, dijo el directivo. d) Todo puede agravarse si la cotización del cereal sigue subiendo.

De la mano de esta situación se encuentra el hecho de que los registros de exportación del grano se encuentren cerrados. La exportación reclama su apertura y ya hay síntomas de que podría haber problemas en la cadena de comercialización, con empresas que aceptaron embarques para octubre, especulando con que para esa fecha el registro iba a estar rehabilitado y ahora temen .

De forma que abastecimiento interno, situación de la molinería y exportación son variables interdependientes. Normalmente, unas 5 millones de toneladas (Mt) de trigo son consumidas internamente por la industria molinera, en tanto que el resto pasa a formar parte del saldo exportable. Se puede decir que de una cosecha de 15 Mt, un tercio va al mercado interno y dos tercios al externo.

El problema es que la exportación, por su mejor capacidad financiera tiende a concentrar sus operaciones en la época de la cosecha, mientras que la molinería distribuye sus compras a lo largo del año. Por tanto, el Gobierno se resiste a abrir el registro de exportación si no está seguro de que habrá trigo suficiente para el mercado interno, un tema por demás delicado en un mundo que está falto del cereal.

Por eso, ante una situación que se torna explosiva, las distintas partes van delineando propuestas para poder salir de la encrucijada. Alberto España sostiene que el tema principal es el financiero y opina que el sistema de las compensaciones actuales estaría bien, si se pudiera subsanar este problema.

En torno de esto, trascendió que la Secretaría de Agricultura elevó a Economía una propuesta de creación de un fondo de dinero, para que los molinos tomen de ahí la diferencia entre el valor de mercado y el de abastecimiento.

Pero René Mangiaterra piensa que sería mejor que la compensación se hiciera sobre la bolsa de harina (algo que planteó Infocampo hace meses, ya), apoyado en un sistema administrativo más ágil que el actual, que les permita cobrar a los cinco días de la presentación.

Este empresario cree que así se podría liberar el mercado de trigo y que ya no haría falta la doble compensación actual, es decir el pago que el Estado le hace al molinero hasta el precio pagado y al productor, hasta el denominado FAS teórico, más vinculado a una paridad de exportación menos retenciones y gastos de fobbing.

En tanto, semanas atrás circuló un documento -atribuido a la exportación- según el cual se proponía que la liberación del mercado, a cambio del compromiso de las traders de abastecer a la molinería a precio no inflacionario y descontarse ese monto de las retenciones. En ese paper, las bolsas de cereales iban a tener un rol de auditoría o control.

Lo cierto es que los días pasan y todavía no se ven las medidas concretas. El tiempo apremia y la inquietud de los jugadores aumenta.

Javier Preciado Patiño / jpreciado@infocampo.com.ar

Seguí leyendo:

Temas relacionados: