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Se mudó a Posadas, empezó a producir huevos de campo y creó un emprendimiento familiar

Conocé la historia de Darío Rodríguez, que actualmente trabaja con más de 100 gallinas, recolecta 120 docenas mensuales y las comercializa en el Mercado Concentrador.

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Por Infocampo

Mientras en los países industrializados el cultivo en las ciudades es un “hobby”, según un informe de la FAO, en el caso de los que están en vías de desarrollo la agricultura urbana se convirtió en un aporte a la economía familiar.

Tal es el caso de Darío Rodríguez, un productor que trabaja en el Mercado Concentrador de Posadas, en Misiones, donde comercializa huevos de campo.

“Hace quince años, Darío dejó Buenos Aires, su ciudad natal, para llegar hasta la tierra colorada y dedicarse a producir junto a su familia. Actualmente vive en el paraje San Isidro, a unos 15 kilómetros del microcentro de la ciudad de Posadas. Decidió comenzar a criar gallinas criollas y producir huevos de campo”, describió el Instituto de Fomento Agropecuario e Industrial (IFAI) en un artículo acerca del crecimiento de las prácticas periurbanas en los barrios periféricos, donde numerosas familias se dedican al cultivo de hortalizas y cría de animales de granja para el autoconsumo y venta del excedente.

Según comentó Darío, él mismo prepara el alimento de sus animales a base de maíz y girasol con el objetivo de ofrecer al consumidor un producto más natural. “Actualmente trabaja con más de cien gallinas y algunos gallos para reproducción. Recolecta alrededor de 120 docenas mensuales y comercializa en el Mercado Concentrador”, indicó IFAI.

“La idea es ampliar la cantidad. La docena cuesta 35 pesos y el maple 80 pesos. Las ventas fluctúan, a principio de mes se vende más, pero es un producto que tiene salida. Siempre me faltó producción porque es algo muy buscado por la gente”, señaló Rodríguez, quien administra el trabajo de campo y recibe la ayuda de su familia, ya que se trata de un emprendimiento familiar que aporta a la economía de la casa. “Un día de trabajo no tiene principio ni fin, en la chacra no hay días ni horarios para trabajar. Empiezo a la madrugada, abriendo los gallineros para que los animales salgan a campo, a media mañana le doy media ración de alimento y a la tarde la otra parte. Finalizando el día, las gallinas entran solas y cierro el gallinero por seguridad, para proteger a las aves de otros animales”, relató.

En ese sentido, aseguró que la actividad “me gusta y el objetivo es lograr un ingreso más significativo. Ayuda al ingreso del hogar”.