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Una provincia especial

San Juan es la segunda región vitivinícola de la Argentina en importancia, por tradición y magnitud. En San Juan se encuentra el 22 % de la superficie total de la vid implantada en el país, 47.000 hectáreas aproximadamente. De ellas el 80 % se utiliza para la producción de vinos.

San Juan es la segunda región vitivinícola de la Argentina en importancia, por tradición y magnitud. En San Juan se encuentra el 22 % de la superficie total de la vid implantada en el país, 47.000 hectáreas aproximadamente. De ellas el 80 % se utiliza para la producción de vinos.
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Por Infocampo

La provincia fue fundada el 13 de junio de 1562 y debe su nombre a su santo patrono San Juan Bautista. Esta fue cuna de próceres como el presidente Domingo Faustino Sarmiento, al que se recuerda como el “maestro de la patria”por su influencia en la educación nacional.

Sarmiento fue quien contrató al agrónomo francés Miguel Pouget para dirigir la llamada Quinta Normal de Agricultura de Mendoza e iniciar los primeros progresos en materia de vinicultura en el país. Fue Pouget quien plantó las primeras estacas de la cepa Malbec, dando el puntapié inicial para la extensión de esa variedad en nuestro país.

Los pobladores que precedieron a los españoles fueron los Huarpes, indígenas dedicados a la agricultura, que utilizaban métodos de riego y cultivo incaicos. Esta influencia de los incas puede verse en los sistemas de acequias que se fabricaron para el transporte del agua. Este sistema fue utilizado por los españoles que se establecieron en el valle y les resultó útil para el cultivo de la vid.

El crecimiento sanjuanino fue en continuo ascenso hasta que se produjo el terrible terremoto de 1994, que destruyó casi la totalidad de la capital de la provincia. A partir de allí con la tozudez de la gente que ama su tierra, los sanjuaninos reconstruyeron su capital y comenzaron una rápida continuada hacia el desarrollo.

Hoy, la vitivinicultura sanjuanina se encuentra integrada por cinco fértiles valles. Ellos son:

Valle de Tulum: Es el más importante: hay 45.280 hectáreas cultivadas con uvas de vinificar. Posee suelos heterogéneos, de origen aluvional, que pueden ser arcillosos, franco arenosos o franco limosos. Su régimen de lluvias es estival y de 90 mm/año. La variedad que predomina es el Syrah, pero también se encuentra el Cabernet Sauvignon, Cabernet Franc, Tanta, Boyarda, Malbec, Chardonnay, Sauvigon Blanc y Viogner.

Valle de Ullum: Está a 800 m. sobre el nivel del mar. Abarca unas 1.419 hectáreas. Predomina el Malbec, Merlot, Chardonnay y Sauvignon Blanc.

Valle de Zonda: También a 800 m. y está atravesado por el río San Juan. La superficie cultivada es de 1.135 hectáreas y las cepas son el Cabernet Sauvignon, Chardonnay, Tannat y Cabernet Franc.

Valle de Pedernal: Se encuentra a 1.300 m. sobre el nivel del mar. Se caracteriza por su gran amplitud térmica (30°) que permite el óptimo desarrollo de las vides. Las cepas destacadas son el Malbec, Cabernet Sauvignon, Merlot y Chardonnay.

Valle de Calingasta: En este valle se están desarrollando las primeras experiencias vitivinícolas, se encuentra a 1.200 m. sobre el nivel del mar y se encuentran implantadas vides de Cabernet Sauvignon, Merlot y Malbec.

EL HOGAR DEL SYRAH

Un vino que, dicen, se salvó del diluvio

Todavía se discute su origen. Pero nadie se atreve a cuestionar su calidad. Unas cepas que se adaptan a suelos y condiciones extremas. No obstante, ofrece un vino de una gran nobleza.

Según cuenta la historia, el Syrah fue el vino que Noé rescató en su arca antes del diluvio, también se dice que fue el cepaje con el cual se elaboró el vino que se utilizó en la Última Cena. Todas estas teorías llevan a pensar que el origen del Syrah es la zona del Oriente Medio. Otros argumentan que esta variedad es nativa de Shiraz, Persia, pero la uva que en esa región crece conocida como Schirazi es una uva de mesa, de racimos voluminosos, con granos gruesos, distinta de la uva de racimos pequeños que se utiliza para vinificar.

También hay versiones que ubican su cuna en las Galias romanas por estudios ampelográficos realizados que determinan que esta uva se encontraba en el lugar en el siglo I d.C, y de ella se elaboraba un vino muy preciado conocido como “vino picatum”, obtenido de la vid Vitis allobrogica.

Independientemente de su cuestionado origen, el Syrah es una uva de una gran nobleza, un cultivo de excepción. Se adapta a suelos y condiciones climáticas extremas. Los vinos obtenidos a partir del Syrah tienen distintos estilos según los terruños, la maduración y el tipo de vinificación.

En la Argentina el Syrah encontró su cuna en la provincia de San Juan, más precisamente en el Valle de Tulum, un lugar de baja humedad, gran exposición solar, adecuada amplitud térmica y suelos arenosos, que le brindan a la cepa un grado óptimo de madurez. Esto significa que las uvas tienen el azúcar suficiente al momento de ser cosechadas, y que sus hollejos y semillas también están maduros. Esta característica se debe a la acción del clima desértico sobre las uvas.

En lo que se refiere a las características del Syrah, éste es un vino de color rojo oscuro, con tonalidades violetas, muy intenso. Entre sus descriptores aromáticos se destacan las especias, el regaliz, la fruta seca, los frutos rojos, ciruela, frutillas y cerezas, la vainilla y el cuero.

En boca es un cepaje con taninos amables y redondos, es untuoso y con sabores que se amalgaman muy bien con los que le aporta la madera.

Al buscarle maridajes, con la comida que se le asocia rápidamente es con el cordero, aunque también se lleva muy bien con todo tipo de carnes rojas y de caza, embutidos, patos con salsas, preparaciones orientales especiadas y quesos preferentemente maduros o especiados.

La temperatura de servicio ideal es de 18 grados y no la temperatura ambiente.

Claudio Fontana | Especial para Infocampo

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