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Brasil golpea a la molinería argentina

La decisión del presidente de Brasil de suspender el sistema de licencias automáticas para la importación de trigo resulta un golpe muy duro de asimilar para la molinería argentina.

La decisión del presidente de Brasil de suspender el sistema de licencias automáticas para la importación de trigo resulta un golpe muy duro de asimilar para la molinería argentina.
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Por Infocampo

La decisión del presidente de Brasil de suspender el sistema de licencias automáticas para la importación de trigo resulta un golpe muy duro de asimilar para la molinería argentina.

En un contexto donde el intercambio comercial con la principal economía del Mercosur es negativo para nuestro país, la retaliación que se toma el gobierno brasileño por las trabas ejercidas por parte de la Argentina repercute en una actividad que agrega valor y genera empleo, para beneplácito de los molineros brasileños, acérrimos enemigos de la harina nacional.

En los últimos años, la molinería local logró mejorar sus exportaciones llevándolas a un millón de toneladas de harina, aproximadamente, de las cuales Brasil es el principal destino con el 60 por ciento.

Sin embargo, esas 600.000 toneladas son parte ínfima del mercado brasileño, que anualmente consume unos 12 millones de toneladas de trigo.

Sin embargo, todos los embarques de harina argentina quedaron demorados en viaje a Brasil a partir de que se suspendieron las licencias.

“Hubo empresas que analizaron traer los camiones de vuelta, porque el quebranto del flete iba a ser menor que tenerlos esperando en la frontera. Pero la mercadería que está en contenedores está prácticamente perdida si quedan en el puerto durante semanas”, explicó un empresario molinero a Infocampo.

Según pudo saber este medio, el costo del flete a Brasil en camión es de aproximadamente el 10% del valor de la mercadería, con lo cual traerlo de vuelta representa una pérdida significativa.

La gestión del Gobierno logró que al menos los camiones en viaje pudieran continuar, pero el problema de las licencias persiste.

Esto afecta a más de 30 empresas que encuentran en la exportación una vía de sostener la actividad y los puestos de trabajo, hecho destacable porque buena parte de la molinería argentina se encuentra afincada en localidades del interior productivo, remarcan desde la industria.

El panorama se completa con el hecho de que, desde el 3 de septiembre, la Oncca no ejecutó más compensaciones a la actividad, un grave problema financiero ya que el Gobierno obliga a los molineros a pagar precio lleno por el trigo a los productores para acceder a los reembolsos, generando un alto costo financiero.

(Artículo publicada en la edición de hoy de Infocampo Semanario)

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