“Creo que no debemos dejar de pensar en el fusarium a pesar de la potencialidad (de rinde) que puedan presentar algunos materiales”, sostiene el especialista en trigo Jorge González Montaner, coordinador de agricultura de la Asociación Argentina de Consorcios Regionales de Experimentación Agropecuaria.
El técnico se refería a un ensayo realizado en el establecimiento La Dolores (Azul), en el cual se determinó el porcentaje de granos afectados por el hongo fusarium, donde los mayores valores de afectación se correspondían con las variedades de trigo de genética francesa.
Efectivamente, de los materiales de Nidera, Baguette 20 presentó un nivel cercano a 8%, mientras que Baguette 10 y Baguette 21 mostraron una incidencia cercana a 4%. También Sureño (de Buck) y ACA 601 (de la Asociación de Cooperativas Argentinas) se mostraron muy sensibles a sufrir el ataque del hongo. En el otro extremo, Onix de Don Mario, Mejorpan de Buck, Flecha y Escorpión de Klein presentaron los menores valores, en torno de 0,5%. González Montaner explica que si bien los dos últimos años fueron benévolos en cuanto al ataque de este hongo, ante condiciones húmedas el panorama puede presentar problemas. “El fusarium es un tema central del cual nos estamos olvidando, porque hace tres campañas que no se presenta, pero cuando entra en escena, la película es otra”, agrega. “Entonces, es necesario prepararse para cuando reaparezca esta enfermedad, especialmente porque los materiales de mayor potencial que estamos manejando hoy se comportan mal ante fusarium”, dijo. La genética de los baguette se ha destacado por su alto potencial de rinde, aunque ha sido cuestionada por la tendencia a presentar menores tenores proteicos que otros materiales y la susceptibilidad a la roya. El problema con el fusarium es que los fungicidas no logran el nivel de protección como sí lo hacen ante roya.
El problema del ataque por este hongo es que las micotoxinas que segregan afectan la salud humana. En noviembre de 2005, una reunión mundial realizada en Holanda (World Mycotoxins Forum) abordó esta problemática. En lo que refiere al trigo, el principal problema lo constituye el deoxinivalenol, conocido por su sigla DON. En los EE. UU., buena parte de la molinería no acepta partidas del cereal con más de 2 ppm de esta micotoxina, al igual que muchos compradores internacionales. Pero hay clientes que todavía son más estrictos, asegura Arvin Donley, analista de la publicación World Grain: Japón no acepta más de 1,1 ppm, mientras que el Reino Unido lo ha fijado en 1 ppm y Noruega en 0,5 ppm.

