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Claves para entender la desaparicion de los tambos en la Argentina

El bajo nivel de rentabilidad sumado al contexto de gran incertidumbre fruto de intervenciones en los mercados agropecuarios, ha llevado a la quiebra a pequeños tambos.

El bajo nivel de rentabilidad sumado al contexto de gran incertidumbre fruto de intervenciones en los mercados agropecuarios, ha llevado a la quiebra a pequeños tambos.
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Desde hace un par de años, el Gobierno altera la ecuación económica de los productores de leche por distintos canales. El primero actúa reduciendo costos de producción y tiene que ver con los derechos de exportación sobre granos. El segundo afecta el precio de la leche a nivel del productor, se trata de las restricciones, precios máximos, impuestos y otros elementos que pesan sobre la exportación de los derivados de la leche (leche en polvo, quesos, etc.) y/o sobre las ventas a mercado interno. Por último, el tercer mecanismo de intervención, que trata de corregir al anterior, consiste en devolver al productor de leche a título de compensación un determinado monto por litro producido. Este mecanismo se implementó a través de dos programas administrados por la Oficina Nacional de Control Comercial Agropecuario (Oncca): el Programa de Compensaciones (PC) y los Aportes no Reintegrables (ANR). La cobertura de estos programas de ayuda se limitó, en ambos casos, solamente a lo producido en los meses de febrero, marzo y abril de 2007.

De acuerdo con cálculos propios, el monto que el Gobierno se comprometió a transferir a los productores de leche, bajo los programas referidos, se habría aproximado a los $200 millones, de los cuales $98 millones corresponden al PC y $102 millones a los ANR. Hacia comienzos del mes de abril y según informa el propio Gobierno, se habían pagado $80 millones bajo el PC, un 83 por ciento del monto comprometido estimado y unos $47 millones bajo el programa de ANR, el 47 por ciento de lo supuesto. Si se considera la tasa de cobro de ambos programas, se tiene que se habría pagado el 64 por ciento de los fondos comprometidos, tasa claramente superior a la de los productores de trigo (23 por ciento) pero inferior a los programas de compensaciones de faenadores avícolas (83) y molinos harineros (81).

Estos programas de subsidio hacia el tambo se financiaban, fundamentalmente, con el producido de recursos fiscales que se obtenían a partir de gravar la exportación de productos lácteos. De acuerdo con las toneladas exportadas durante 2007 (excepto enero ya que el programa se impulsó en febrero), los precios máximos prefijados y los precios de exportación observados, este fondo fiscal habría acumulado unos $490 millones (U$S157 millones) a fines de diciembre de 2007. Puede deducirse que los fondos recaudados bajo esta fuente habrían sido más que suficientes para afrontar los compromisos asumidos con los tambos y de acuerdo con la producción observada, hubiese alcanzado para subsidiar no tres meses de producción sino siete meses.

Impacto sobre la rentabilidad. ¿Qué rentabilidad tiene en la actualidad un tambo que percibe estas compensaciones? Tomando como ejemplo un tambo de 380 hectáreas y una producción mensual promedio de 5.037 litros por hectárea por año, se tiene una tasa de rentabilidad sobre capital invertido del 5,1 por ciento anual (incluyendo dentro del capital el valor de la tierra, el de la hacienda y el del capital circulante).

¿Qué impacto sobre rentabilidad hubiese generado una medida del Gobierno consistente en extender las compensaciones a siete meses de producción de 2007? De acuerdo con la estimación, la rentabilidad hubiese llegado al 6,1 por ciento anual.

Una tercera simulación es estimar la rentabilidad bajo un escenario donde el Gobierno no interviene en los mercados de lácteos, pero tampoco en los de granos ni en los de la hacienda, es decir que libera tanto costos como precios de venta y deja que éstos se acomoden en el mercado interno a los valores que surgen de los mercados internacionales. Suponiendo este esquema liberado, la rentabilidad de un productor habría ascendido hasta 8,1 por ciento sobre capital invertido.

El bajo nivel de rentabilidad sumado a un contexto de alta incertidumbre fruto de las continuas intervenciones en los mercados agropecuarios son, sin lugar a dudas, factores que han incidido en el cierre de muchos tambos pequeños en estos últimos años. Si bien es cierto que existe una tendencia a la concentración de la producción en establecimientos lecheros de mayor escala, que representa un proceso natural de búsqueda de mayor eficiencia y de economías de escala, también es cierto que muchos pequeños tambos, que podrían convertirse en pequeñas usinas lácteas elaborando productos diferenciados de alta calidad y mucho valor agregado, se han visto desalentados en estos últimos años, fruto de que sus productos parecen ser muy abundantes y poco valorados en los mercados, situación que no refleja la realidad sino que es consecuencia de una política pública que con el loable objetivo de disminuir el costo de acceso de estos productos a ciertos segmentos de la sociedad ha utilizado los instrumentos incorrectos, aquellos que bajan el precio de los productos lácteos pero en forma indiscriminada, afectando los incentivos a producir y beneficiando a los consumidores de altos ingresos.

Por Juan Manuel Garzón, economista de IERAL de Fundación Mediterránea

(artículo publicado en la edición de hoy de El Federal)

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