La Argentina cerró el 2005 con un récord de exportaciones de miel a granel y fraccionada que llegó a las 100.000 toneladas, el más alto de la últimas dos décadas. Esto ocurrió en un contexto de precios bajos debido al regreso al mercado internacional de China, el mayor productor y exportador internacional, luego de casi dos años de ausencia debido a que no contaba con un sistema de trazabilidad.
De esta manera, el país superó la crisis de los nitrofuranos que deprimió las ventas externas en 2004 a 62.640 toneladas.
¿Cuáles son las razones del crecimiento nacional? Según Milton Sabio, responsable del área dentro de la Sagpya, la organización del sector permite que constantemente se trabaje en mejorar la calidad, y esta es la llave del negocio para que nuestro país afiance su segundo lugar como exportador mundial. Pero además en 2003/04 se produjo un fenómeno que consolidó el negocio: después de la devaluación, muchas fraccionadoras europeas cerraron sus puertas por problemas de costos y vieron con buenos ojos a las plantas argentinas por ser más competitivas en insumos y mano de obra.
Actualmente 50 empresas de capitales locales (algunas pertenecen a firmas lácteas y el 85% son Pymes) fraccionan miel con normas de calidad ISO y Haccp y muchas trabajan asociadamente con clientes del viejo continente, que se llevan el producto con el etiquetado de su marca, previa inspección de la industria. Las principales cualidades que demandan son el color claro y que no cristalice.
De acuerdo con datos de la Sagpya, hay 140 compañías exportadoras “cuando el precio es bueno y 110 cuando es malo” que venden el 95% de la producción, el 60% con destino a Europa, el resto a Estados Unidos, Japón, Arabia Saudita, países del Mercosur y Canadá. El mercado interno apenas llega al 5%, se consumen entre150 y 220 gramos per cápita al año, bastante menos que los 2 kg anuales que incorporan los japoneses a su dieta.
En el país hay 33.000 productores apícolas establecidos en Buenos Aires, principal zona junto con dos cordones importantes: el primero formado por Entre Ríos, Córdoba, Santa Fe, La Pampa y Río Negro; y el segundo por Corrientes, Santiago del Estero, Formosa, y provincias del NOA. “El sector apícola crece porque es uno de los más organizados, tiene un Consejo Apícola Nacional, que reúne a todos los integrantes de la cadena y se trabaja coordinamente en temas de calidad. Otro nicho son los emprendimientos regionales que apuestan a la denominación de origen. En Formosa un grupo de productores wichi está exportando a Europa miel de monte, oscura que no cristaliza nunca, con el nombre de “Miel de la Tierra”, contó Sabio y agregó otro ejemplo: “En el chaco salteño se está elaborando miel de floraciones de algarrobos y quebrachos que se vende directamente a Japón”.
Ejemplo pyme
“Producimos 1.500 toneladas anuales de miel de excelente calidad, tenemos pedidos de Arabia Saudita, pero no damos abasto”, cuenta Hugo Arbelo, presidente de Cooperiel Ltda., una cooperativa de crédito, consumo, comercialización y transformación apícola, fundada como Federación en 1942, que vende la producción pampeana de floración de cardo y trébol. Cuentan con un laboratorio propio donde evalúan la calidad del producto y tienen una planta envasadora en la localidad de 9 de Julio, desde la cual proveen a comercios y firmas como Bonafide. Arbelo cuenta que no tiene problemas con la comercialización, sino que la dificultad radica en “la falta de cantidad en condiciones de exportar”. A través de la participación en ferias, simposios y mediante internet surgen los contactos comerciales. “Este año nos surgió una venta a la Embajada de Suiza, en una semana, pero tuvimos que hacer un embarque pequeño”, dice Arbelo.
Alexia Giménez
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