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¿Comienza un nuevo ciclo seco?

En lo inmediato, el área triguera argentina podría verse afectada

En lo inmediato, el área triguera argentina podría verse afectada
infocampo
Por Infocampo

“De 2003 a ahora la sequía otoñal cambió radicalmente lo que era la región”, comenta Carlos Rodríguez, asesor técnico de Aapresid en la regional de Bahía Blanca.

Como técnico asesora unas 20.000 hectáreas de agricultura en la zona. Pero ahora está pendiente de si va a llover o no, porque eso va a decidir la siembra del trigo, el principal cultivo de la zona (ver recuadro en pág. 13).

“Al sur de Bahía Blanca llevan caídos 140 mm en lo que va del año”, se lamenta Rodríguez. Como otros técnicos y productores de la zona, se pregunta si no estará ocurriendo un cambio más profundo en el clima, algo que supera lo meramente coyuntural.

“Hay quien opina que podríamos estar ingresando en un ciclo seco, de varios años”, comenta por su parte Rubén Miranda, el responsable del criadero de ACA en Cabildo, que además desarrolló toda su labor profesional en la región.

José Luis Aiello, un reconocido climatólogo argentino, es cauto a la hora de dar una opinión. “La información incuestionable es que actualmente el océano Pacífico está en una condición neutra. A partir de ahí, los modelos más reconocidos en el mundo pronostican que hay un 10% de probabilidades de que el Pacífico evolucione hacia una Niña (efecto seco sobre Sudamérica), un 30% hacia Niño (efecto llovedor) y un 60% que quede neutro”, explica Aiello.

“El modelo IRI de la Noaa (National Ocean & Atmospheric Administration) de los Estados Unidos está prediciendo lluvias por debajo de lo normal para América del Sur, de acá a octubre”, apunta el experto en clima.

Este “pulso seco” afectaría a la región centro y sur del Brasil y a la mayor parte del área cerealera argentina. Sin embargo, estos modelos pueden errar los pronósticos, como ocurrió en 2004/05, con la intensa sequía en el sur de Brasil, que a priori no figuraba en los papeles.

Lo que parece quedar claro es que la situación actual de menores precipitaciones se ha desvinculado de la temperatura de las aguas del Pacífico y que pasa a estar comandada por situaciones locales en el Atlántico.

El problema que tienen estos fenómenos, opina Aiello, es que su escala no va más allá de los 25 días, con lo cual sería difícil predecir qué puede llegar a ocurrir realmente.

El ingeniero Eduardo Sierra, docente de la Facultad de Agronomía de la UBA, explica por su parte que la región pampeana sufrió ciclos alternados húmedos y secos. “En los últimos 20 años sólo hubo una sequía fuerte”, sostiene y explica que no se puede asegurar que estemos ingresando en un nuevo ciclo seco.

“Lo que sí digo es que tenemos que tomar precauciones (de manejo agronómico). ¿Qué pasaría si viene una Niña como en la campaña 1988/89? La diferencia es que en esa campaña había 15 millones de hectáreas de agricultura y hoy hay 28 millones. ¿Qué le pasaría con un sistema productivo con 15 millones de hectáreas de soja y 3 de maíz, en agricultura permanente?”, se pregunta Sierra.

El dato que aporta es que en los año 40 la isoyeta de los 1.000 mm se encontraba a la altura del río Paraná. En los 90, en cambio, se había “corrido” hacia el este de Córdoba y oeste de Buenos Aires. “Ahora podría volver a correrse para el este”, opina.

Cuando falta el agua sobresale la directa

“Un tercio de los perfiles del suelo tiene agua como para sembrar trigo y algo de reserva; otro tercio tiene algo de humedad en profundidad y el tercio restante está sin posibilidad de ser sembrado”, informó el ingeniero Carlos Rodríguez, asesor técnico de la regional Aapresid de Bahía Blanca.

“Con una lluvia de 15 a 20 mm se podría largar la siembra. El problema es que abajo está seco”, agrega.

Pero lo que es cierto es que los lotes que vienen realizando un manejo de siembra directa tienen mejores condiciones de humedad que aquellos donde se practica la labranza.

Un grupo de productores formaron una regional de la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa, en esta región donde predomina la ganadería bovina y la agricultura se limita al trigo, y en el mejor de los casos al girasol y sorgo como cultivos estivales.

Lo que se observa es que la adopción de la nueva tecnología es lenta en esta región.

Rubén Miranda cree que este fenómeno responde a un patrón universal. Los nuevos desarrollos tecnológicos son adoptados en primer término en aquellas zonas de alta productividad y luego comienzan a difundirse, a distinto ritmo, hacia las regiones de menor potencial.

Lo cierto es que un manejo que apunte a generar cobertura de rastrojo y evitar la pérdida de la estructura del suelo será de gran ayuda ante un escenario de seca.

Javier Preciado Patiño

jpreciado@infocampo.com.ar

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