Los acuíferos freáticos, más conocidos como napas, son acumulaciones subsuperficiales de agua subterránea que generalmente eran indicadores de malas calidades de suelos ya que éstas se encontraban en terrenos bajos, e incluso con problemas de sales o sodio en el perfil.
A través de la siembra directa y a la mejora de la cobertura de estos ambientes, lo que bloquea de alguna manera el ascenso de estas sales perjudiciales en esos lotes, o por un proceso de recargas vía precipitaciones en lotes sin estos problemas de salinidad o sodicidad, las napas comenzaron a ser aliadas de la producción agropecuaria, fundamentalmente en años secos, tal vez como el que puede avecinarse.
Por otro lado sabemos que la disponibilidad hídrica es el factor fundamental en la buena productividad de los cultivos, por tal motivo el aporte de humedad de la napa freática, adquiere gran relevancia por su potencial contribución en el incremento del crecimiento y rendimiento de la soja, como complemento de las precipitaciones. Para el manejo de los cultivos y pasturas, es de suma importancia saber si se contará con el aporte de agua de la napa y a partir de qué momento.
Esta influencia de la napa en la determinación de rendimiento se viene evidenciando en las últimas campañas en algunas regiones puntuales donde, a pesar de las sequías reinantes, se lograban obtener excelentes rendimientos en los cultivos de verano, e inclusive en los dobles cultivos trigo / soja de segunda o trigo / maíz de segunda. Lo que ha puesto a muchas zonas caracterizadas como semi áridas en rendimientos comparables como los de la zona núcleo de producción agrícola, tal es así para algunas regiones del sur de Córdoba, San Luis, La Pampa y oeste de Buenos Aires.
Así es como surge claramente la necesidad de conocer la presencia o no, de una napa que afecte la producción y sus posibles variaciones. Esto es para tener en cuenta, ya que modificará todo el esquema de producción.
En este contexto se tienen que contemplar cambios en lo que repecta al uso de la tierra haciéndolas más agrícolas, en la rotación, modificaciones en la intensidad, en el tipo de cultivos y en el manejo, variedades de soja de GM bajos, maíces de alto potencial, esquemas intensivos de fertilización, etcétera.
Joaquín Rabasa
Especial para Infocampo
