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Pasturas para una ganadería sustentable

El fósforo es de escasa movilidad en el suelo, y una proporción importante permanece bajo diversas transformaciones, disponible sólo parcialmente para los vegetales. El nitrógeno, en cambio, es móvil e inestable, y puede provenir de varias fuentes.

El fósforo es de escasa movilidad en el suelo, y una proporción importante permanece bajo diversas transformaciones, disponible sólo parcialmente para los vegetales. El nitrógeno, en cambio, es móvil e inestable, y puede provenir de varias fuentes.
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Por Infocampo

Un factor que habitualmente restringe la producción de las pasturas y verdeos, cuando el agua no limita su expresión, es el abastecimiento de nutrientes del suelo.

Los más destacados por su importancia en el crecimiento vegetal y por la variabilidad espacial y temporal en cuanto a su disponibilidad para las plantas son el nitrógeno (N) y el fósforo (P). Normalmente se producen desbalances entre los requerimientos nutricionales de las forrajeras y la oferta ambiental que puede cubrirse, al menos parcialmente, con la aplicación de fertilizantes.

En algunas regiones del mundo la fertilización es una práctica habitual, no así en los sistemas ganaderos de nuestro país, donde en general la aplicación es insuficiente para abastecer el requerimiento de las plantas y, por tanto, el crecimiento de la pastura es limitado.

Las deficiencias de P en la región pampeana son, en mayor o menor medida, generalizadas. Este nutriente es de escasa movilidad en la tierra y una proporción importante del pool del mismo en el suelo permanece bajo diversas transformaciones entre distintas formas sólo parcialmente disponibles para los vegetales. Además, hay factores externos que modifican o afectan su disponibilidad para las plantas, como la temperatura, el contenido de materia orgánica y el pH del suelo.

Una parte importante del P consumido por los animales es devuelto al suelo a través de las heces, pero este aporte es heterogéneo e insuficiente para cubrir los requerimientos de pasturas de alta producción; por otra parte, debemos tener en cuenta que en los nuevos sistemas de aprovechamiento de pasturas altamente intensivos la eficiencia de utilización y cosecha de forrajes son altas, por lo que el retorno al sistema de estos nutrientes es muy bajo. El N, en cambio, es un nutriente móvil e inestable en el ambiente de producción, y que puede encontrarse bajo formas diferentes. Entre estas formas las plantas pueden utilizarlo como nitratos o como amonio; éste proviene de diversas fuentes, entre ellas la solución del suelo, la fijación biológica por parte de las leguminosas, y la fertilización.

El N fijado por las leguminosas presenta una gran variabilidad con valores que van desde los 5, en pastizales no disturbados, a 400 kilogramos por hectárea en pasturas de alta producción.

De este N fijado por las leguminosas hay una parte que se transfiere a las gramíneas cuando están coasociadas. Bajo investigación se han medido valores que van de los 10 a los 35 kilogramos por hectárea, lo que representa entre un 10 y un 20% de lo fijado por las leguminosas.

El ganado también excreta N fundamentalmente por la orina, pero si bien un alto porcentaje es urea, su recuperación por las plantas es baja debido a las pérdidas fundamentalmente por volatilización, inmovilización por los microorganismos y por desfasaje entre el aporte y la demanda del forraje. La disponibilidad de P y N en el perfil del suelo es variable entre estaciones (valores máximos en verano y mínimos en invierno), aunque las variaciones en la disponibilidad de P son de menor magnitud que las cuantificadas para N.

Joaquín Rabasa

**Responsable de Coordinación de Regionales Aapresid

La fertilización no es una práctica habitual en los planteos ganaderos de nuestro país. Sin embargo, el abastecimiento de nutrientes en el suelo es vital en los requerimientos de las pasturas de alta producción
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Por Infocampo

Un factor que habitualmente restringe la producción de las pasturas y verdeos, cuando el agua no limita su expresión, es el abastecimiento de nutrientes del suelo. Los más destacados por su importancia en el crecimiento vegetal y por la variabilidad espacial y temporal en cuanto a su disponibilidad para las plantas son el nitrógeno (N) y el fósforo (P). Normalmente se producen desbalances entre los requerimientos nutricionales de las forrajeras y la oferta ambiental que puede cubrirse, al menos parcialmente, con la aplicación de fertilizantes.

En algunas regiones del mundo, la fertilización es una práctica habitual, no así en los sistemas ganaderos de nuestro país, donde en general la aplicación es insuficiente para abastecer el requerimiento de las plantas y, por tanto, el crecimiento de la pastura es limitado. Las deficiencias de P en la región pampeana son, en mayor o menor medida, generalizadas. Este nutriente es de escasa movilidad en el suelo y una proporción importante del pool del mismo en la tierra permanece bajo diversas transformaciones entre distintas formas, sólo parcialmente disponibles para los vegetales. Además hay factores externos que modifican o afectan su disponibilidad para las plantas, como la temperatura, el contenido de materia orgánica y el pH del suelo. Una parte importante del P consumido por los animales es devuelto al suelo a través de las heces, pero este aporte es heterogéneo e insuficiente para cubrir los requerimientos de pasturas de alta producción; por otra parte, debemos tener en cuenta que en los nuevos sistemas de aprovechamiento de pasturas altamente intensivos la eficiencia de utilización y cosecha de forrajes son altas, por lo que el retorno al sistema es muy bajo.

El N, en cambio, es un nutriente móvil e inestable en el ambiente de producción, y que puede encontrarse bajo formas diferentes y las plantas pueden utilizarlo como nitratos o como amonio, éste proviene de diversas fuentes, entre ellas la solución del suelo, la fijación biológica por parte de las leguminosas, y la fertilización.

El N fijado por las leguminosas presenta una gran variabilidad con valores que van desde los 5 en pastizales no disturbados a 400 kg/ha en pasturas de alta producción. De este N fijado por las leguminosas hay una parte que se transfiere a las gramíneas cuando están coasociadas, en investigación se han medido valores que van de los 10 a los 35 kilogramos por hectárea, lo que representa entre un 10 y un 20% de lo fijado por las leguminosas.

El ganado también excreta N fundamentalmente por la orina, pero -si bien un alto porcentaje es urea- su recuperación por las plantas es baja debido a las pérdidas fundamentalmente por volatilización, inmovilización por los microorganismos y por desfasaje entre el aporte y la demanda del forraje.

La disponibilidad de P y N en el perfil del suelo es variable entre estaciones (valores máximos en verano y mínimos en invierno) aunque las variaciones en la disponibilidad de P son de menor magnitud que las cuantificadas para N.

Joaquín Rabasa

Responsable de Coordinación de Regionales Aapresid

Especial para Infocampo

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