Este año cambió el contexto económico nacional e internacional, y una de las primeras señales de que se avecinaban tiempos de crisis fue la abrupta caída de la disponibilidad de financiamiento. Junto con esta realidad se sumó el conflicto entre el campo y el Gobierno que prácticamente paralizó al sector. Claro que la sequía y la baja de los precios internacionales de los commodities jugaron un papel fundamental en el presente del agro argentino.
Desde Infocampo reflejamos en pasadas ediciones la suba de las tasas de interés, las complicaciones para operar con cheques de pago diferido (que hoy están con tasas que rondan el 18% a 30 días), la poca disponibilidad de forward y mostramos a la pre financiación y a los fideicomisos financieros como dos opciones vigentes que siguen ganando adeptos a pesar de todo. En lo que va del año
Seis de ellos se desprenden de la securitización de cuentas por cobrar y sólo el de Mainero, emitido a principios de año, es para la financiación de venta de maquinaria agrícola. El resto es sobre la venta de cereal a los exportadores.
En el caso de los proveedores de insumos, los fideicomisos financieros se volvieron un aliado fundamental a la hora de planear su estrategia de comercialización.
Por un lado, logran fidelizar a su clientela (en tiempos de competencia feroz entre las empresas) además de resguardar sus cuentas por cobrar y otorgarle crédito con plazos más convenientes a los productores. El último fideicomiso en salir al mercado fue el del semillero Don Mario, que en su cuarta edición securitiza cuentas por cobrar por $18 millones. En esta emisión también cuenta con el aval de su Sociedad de Garantía Recíproca (SGR).
En este último punto es importante detenerse ya que en un contexto económico con poca disponibilidad de crédito para los productores las SGR se volvieron un eslabón fundamental en la cadena. Así es que operan junto con una empresa en particular, en el caso de Don Mario, Nidera, Molinos Río de
Al mismo tiempo, también organizan herramientas financieras específicas para cada productor.
Lógicamente, en este esquema juegan un papel fundamental los inversores que confían tomando la deuda por cobrar que integra la cartera. Si esta está avalada por una SGR históricamente tiene mejor aceptación en el mercado y una mayor calificación de los títulos, además que el riesgo de incobrabilidad es nulo.
Los intereses a los que acceden los inversores rondan, en dólares, alrededor del 9% y en pesos duplica su valor. Es verdad que durante el punto de máxima tensión entre el campo y el Gobierno, las operaciones en el mercado de capitales relacionadas al sector agroindustrial estuvieron prácticamente paradas, pero ahora se nota una mayor reactivación.
Muchas empresas ya tenían previstas estas emisiones y por el conflicto fueron frenadas, pero ahora lentamente los fideicomisos relacionados al sector vuelven a tomar fuerza en el mercado local, además de ocupar un rol fundamental a la hora de financiarse.
