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A la soja le salió competencia

Es el maíz que queda en el suelo tras la cosecha. La irrupción masiva de la tecnología de resistencia a glifosato en maíz, de la mano del apilado con la resistencia a insectos, va a cambiar el mapa del manejo del cultivo de soja.

Es el maíz que queda en el suelo tras la cosecha. La irrupción masiva de la tecnología de resistencia a glifosato en maíz, de la mano del apilado con la resistencia a insectos, va a cambiar el mapa del manejo del cultivo de soja.
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Por Infocampo

En determinados sectores de la zona núcleo pampeana, esta campaña se comenzó a ver cómo los lotes de la oleaginosa se infestaban con maíz adventicio, voluntario o guacho, como prefiera llamárselo, en proporciones que técnicos calificaron de “alarmantes”.

“Lo más preocupante es que lo que hoy vemos es el resultado de una superficie mínima de maíz RR, que fue el 3% en la campaña 2007/08. Este año, estimamos que el 35% del área está sembrada con híbridos que contienen el gen de resistencia al herbicida, con lo cual en la primavera que viene vamos a ver esto multiplicado por diez”, comentaba el técnico de una compañía que solicitó mantener un estricto off the record por lo sensible del tema.

Desde otra compañía coinciden en las proporciones. Si en la campaña 2007/08 se sembraron unas 50.000 hectáreas, en ésta se estima un área de 500.000 hectáreas de híbridos de maíz con el gen RR. Al productor argentino, acostumbrado ya a ver sus lotes perfectamente limpios, le cuesta adaptarse a la realidad de su campo de soja salpicado de plantas de maíz.

Desde Venado Tuerto, el ingeniero agrónomo Luis Negrucci confirma el incremento de la aparición del maíz guacho en los lotes de la oleaginosa.

“Sí, se está viendo más este año. En parte por el crecimiento de la superficie con maíz RR, cuyo polen se expande a lotes de maíz convencional, pero en parte también porque las condiciones climáticas de este año, de seca, preservaron la viabilidad del grano que quedó en el suelo”, opinó el técnico.

Efectivamente, un técnico de esa zona mostraba a fin de año que plantas de maíz que no pudieron ser controladas con glifosato ‘de donde se sospecha su resistencia al herbicida- aparecían en zonas aledañas adonde se había plantado el RR.

Según las fuentes consultadas son varios los problemas asociados al maíz guacho RR:

a) La competencia con el cultivo de soja, por consumo de agua, sombreo, nutrientes, etcétera, lo que impacta en menores rindes.

b) El costo de control, que encarece en unos 20 dólares el costo de producción de la soja por aplicación de graminicidas.

c) La posibilidad de que el maíz llegue a generar granos (si se lo controla tarde), entonces en la cosecha aparecen como “cuerpos extraños” y el productor sufre descuentos comerciales.

Si bien se coincide en que la tecnología “llegó para quedarse” por lo bajo, las fuentes deslizan que se habría forzado la aceptación de la tecnología y los cañones apuntan a Monsanto, la empresa que hasta ahora es la única para la que se aprobó el apilamiento de resistencia a insectos y glifosato y que ofrece sus mejores híbridos sólo en la versión apilada, bajo la denominación MGRR2.

La crítica apunta a que los productores que querían un determinado germoplasma se veían obligados a aceptar la versión resistente a insectos y glifosato, aunque esta última no les fuera de utilidad. “Hay que utilizar la tecnología con criterio”, sostienen los críticos.

Sin embargo, desde la compañía minimizan el problema, aunque reafirman su política respecto de que los nuevos materiales sólo serán ofrecidos en su versión apilada.

Pablo Ogallar, gerente del área Semillas de Monsanto, sostuvo que vienen monitoreando el tema y que no se trata de un problema grave.Desde la empresa recomiendan la aplicación de graminicidas en la soja, preferentemente el Select (cletodim), una molécula de la familia de las ciclohexadionas. Es más, la compañía tiene un plan de manejo integral de los agroquímicos para los cultivos resistentes a glifosato

Este plan prevé un incentivo económico para aquellos productores que lo cumplan, consistente en un reembolso de dinero que puede llegar hasta el 50% del valor del graminicida.

Ogallar recordó que en los Estados Unidos el uso de maíz y soja resistentes a glifosato data de 1998 y que la compañía desarrolló en esas latitudes un plan de recomendación de agroquímicos.

Lo que sí marcó es que los nuevos materiales que lance la compañía tendrán a la tecnología RR incorporada al germoplasma, en tanto que los materiales convencionales funcionarán sólo como refugio de los resistentes.

En tanto, en la Argentina algunos técnicos del Inta han trabajado ya sobre esta problemática. Juan Carlos Papa y Luis Carrancio, del Inta Oliveros, publicaron en 2004 un paper sobre el asunto, anticipándose a lo que iba a venir.

El investigador encontró que el control del maíz guacho RR era mejor con haloxyfop R metil, que con cletodim.”Una dosis de 335 ml/ha de haloxyfop R metil sería suficiente para controlar satisfactoriamente las plantas de maíz RR”, concluyen los autores. “El problema de los graminicidas es que al ser de contacto, tienen una ventana de aplicación mucho más estrecha”, comentó Ernesto Jalil Maluf, docente de terapéutica vegetal.

Luis Negrucci, por su parte, que ya viene acumulando experiencia a campo en esta problemática, remarca la importancia de utilizar coadyuvante y aceite para mejorar el contacto del producto con la hoja y su absorción.

Otro que trabajó con este problema fue el investigador del Inta Pergamino, Juan Carlos Ponsa. El técnico utilizó distintas moléculas de herbicidas de la familia de los “fop” y concluyó que se pueden obtener buenos controles aplicando los graminicidas entre V4 y V7 y que las menores dosis posibles fueron:

1)Quizalofop LPU (listo para usar) 1.200 ml/ha o 400 ml/ha con quizalofop más aceite mineral.

2) Haloxyfop, 433 ml/ha.

3) Cletodim, 600 ml/ha.

4) Propaquizafop, 600 ml/ha.

En los tres últimos casos, más el aceite mineral. Por otra parte, ¿podría la secuencia maíz RR – soja RR impactar sobre la aparición de malezas resistentes?

Silvia Passalacqua, coordinadora de la Comisión Nacional de Plagas Resistentes, que funciona en el ámbito del Senasa, sostiene que en verdad es como hacer un monocultivo de soja RR, en lo que a presión de selección se refiere.

Cuidado con la cosecha.

Curiosamente, uno de los elementos más importantes en la prevención de esta problemática es la de evitar las pérdidas de cosecha.

Es que una pérdida promedio en la trilla es de 150 a 180 kg/ha, que representa entre 7 y 10 veces más de grano/semilla adventicia, que la densidad de siembra utilizada para un híbrido.

Sin embargo, hay que mencionar que no todo el maíz adventicio es resistente a glifosato.Esta característica es segregante y sólo el 75% de la F1 mantiene la resistencia al glifosato. Lo ideal, sostienen, es llevar las pérdidas a un mínimo de 50 kg/ hectárea.

En cuanto al nivel del problema, para Ponsa, más de 2 plantas por metro cuadrado (20.000 plantas por hectárea) es una infestación grave. En tanto, menos de 5.000 plantas por hectárea representa un valor bajo.

Lo cierto es que los productores y técnicos deberán volver a repasar los apuntes de terapéutica vegetal.

La aplicación correcta de los graminicidas, tanto en la elección de la molécula como en el momento de aplicación, condiciones de aplicación y dosis, serán elementos vitales para no incrementar en exceso el costo de la soja. Hoy, un control con graminicidas ronda los 17 a 21 dólares por hectárea.

Pablo Losada

(artículo publicado en la edición de hoy de Infocampo Semanario)

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