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Maíz: pautas para la trilla frente al estrés hídrico

Se debe prestar atención a la velocidad de cosecha y regular la placa espigadora del cabezal. Para reducir el daño mecánico, hay que controlar las vueltas por minuto del rotor y la separación del cóncavo.

Se debe prestar atención a la velocidad de cosecha y regular la placa espigadora del cabezal. Para reducir el daño mecánico, hay que controlar las vueltas por minuto del rotor y la separación del cóncavo.
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Por Infocampo

Ante la adversidad del alto déficit hídrico que ha sufrido el cultivo de maíz en esta campaña, el Ing. Agr. José Peiretti, de INTA Manfredi, explicó que, en la próxima cosecha, el productor deberá ajustar las herramientas de manejo, para que el impacto en los rendimientos sea el menor posible.

En primer lugar, el profesional destacó que en tolerancia de pérdidas de cultivos de granos se hace referencia a un valor fijo de kilos/ha perdidos. ‘En maíz, es de 210 kg/ha, y es independiente del rendimiento”, explicó.

Un punto de partida es efectuar un análisis de situación, para averiguar si la máquina está perdiendo por encima de los 210 kg/ha. ‘Se debe realizar un muestreo previo al trabajo de la cosechadora y en las primeras pasadas’, señaló.

Una metodología propuesta por INTA Precop para medir el alcance de las pérdidas es la delimitación de un rectángulo en el lote, que tendrá el ancho del cabezal.

Para marcar el largo, en el caso de maíz sembrado a 52 cm será de 14,3 m, y sembrado a 70 cm, es de 19 m. El segundo paso es distribuir cuatro aros de alambre, de 56 cm de diámetro, que equivalen a una superficie de muestreo de 1 m2.

Los granos y restos de espigas sin trillar que se encuentran por encima de los aros representan las pérdidas por cola. Por su parte, las pérdidas por desgrane se determinan recogiendo el material situado debajo de los aros.

En cultivos afectados por la sequía, y con un menor rendimiento por hectárea, Peiretti explicó que no es recomendable el aumento excesivo de la velocidad de avance de la cosechadora. ‘Una velocidad adecuada para la cosecha oscila entre los 6 y 6,5 km/h’, afirmó.

El momento adecuado para separar la espiga de la planta es cuando el cabezal se encuentra en la mitad del recorrido, desde que la planta es tomada por el cabezal hasta su parte posterior. Al preparar la unidad, un punto clave es la regulación de la placa espigadora de cabezal. Si la sequía redujo el tamaño promedio de las espigas del lote es probable que se filtren por la placa espigadora y se desgranen cuando tomen contacto con los rolos espigadores.

‘Para detectar esta pérdida en el terreno hay que caminar la línea del surco cosechado y abrir las chalas; dentro de ellas se puede detectar el desgrane’, sostuvo Peiretti.

Si la falta de agua debilitó el estado de las plantas al momento de la cosecha, se debe evitar que el trabajo del cabezal arranque las plantas del suelo. Si esto ocurre, serán tragadas por la cosechadora y sobrecargarán los sistemas de separación y limpieza de la unidad, con un aumento en las pérdidas por cola.

‘La situación ideal es que la cosechadora deje en el lote toda la planta de maíz, sin la espiga y anclada al suelo’. Al revisar el estado del cabezal, las gomas retenedoras deben encontrarse en buen estado, para evitar que aumente el porcentaje de espigas caídas al suelo.

Para reducir el daño mecánico, las dos variables que deben controlarse son las vueltas por minuto del rotor y la separación del cóncavo.

‘Mientras más entero y sin granos adheridos salga el marlo por la cola de la cosechadora, el trabajo de trilla será de mayor calidad’, afirmó el profesional.

(Artículo publicado en la edición de hoy Infocampo Semanario)

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