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Soberanía alimentaria: el año de los agricultores familiares

Tienen un rol clave en el desarrollo del territorio: generan empleo, son fuente de diversos alimentos y frenan la migración a la ciudad. Por sus condiciones de producción, son priorizados en la agenda del INTA.

infocampo

Representan al 65% de los productores argentinos, generan empleo genuino y son actores estratégicos en la producción de alimentos para el mercado interno. En el Año Internacional de la Agricultura Familiar, declarado por la ONU, es uno de los sectores priorizados en la política institucional del INTA.

Con una mirada territorial y participativa, el instituto impulsa el desarrollo de tecnologías apropiadas para este segmento, caracterizado por un escenario complejo donde conviven realidades tan diversas como sus intereses. Las demandas asociadas con la tierra, el agua y la comercialización ocupan un lugar destacado en la agenda, pero no se agotan ahí.

Acceso al agua y a la tierra

El principal desafío para mejorar sus condiciones de vida es el agua. Más del 80% de las demandas de las comunidades rurales se refiere a su disponibilidad. Según Lucas Bilbao, del Instituto de Investigación y Desarrollo Tecnológico para la Pequeña Agricultura Familiar (IPAF) NOA, los agricultores familiares “son mayoritarios en lugares marginales en cuanto a calidad de tierra, a infraestructura, a servicios y fundamentalmente a lo que es el acceso al agua”. A la necesidad en cantidad se suma la condición de la calidad para el consumo humano y doméstico.

Por eso, el INTA genera y valida sistemas para el manejo integral de los recursos hídricos en cuanto a cantidad, calidad, acceso, distribución y sistemas adecuados para la AF, como las que exhibe en el parque hídrico de Hornillos, Jujuy.

En cuanto a la tierra, Gastón Godoy Garraza, del IPAF NOA, explicó que en las últimas décadas del siglo XX “se cimentaron las tendencias que elevaron las barreras económicas y sociales en el acceso de la AF a la tierra, incrementaron la competencia por su uso y sumaron dificultades para la permanencia y arraigo en sus lugares”.

Con el conocimiento de la situación actual y el agravante que representan las urbanizaciones y las fronteras agrícolas, el INTA contribuye con el diseño de políticas públicas para un desarrollo territorial sustentable. Por esta razón el 40% de los investigadores de los IPAF proviene de las ciencias sociales, incluido el derecho, entre otras ramas.

El principal desafío para mejorar sus condiciones de vida es el agua. Más del 80% de las demandas de las comunidades rurales se refiere a su disponibilidad.

Enfoque agroecológico

Mediante el Centro de Investigación y Desarrollo Tecnológico para la Pequeña Agricultura Familiar (Cipaf), el INTA ofrece soluciones amigables que se adaptan a cada lugar.

La agroecología acerca al sector herramientas tecnológicas a su medida para manejar el sistema productivo con insumos propios. De acuerdo con Gustavo Tito, director del INTA Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA), se trata de “técnicas amigables con el ambiente que minimizan el uso de agroquímicos y en algunos casos ni los utilizan”.

El técnico explicó que “la agroecología reconoce la experiencia del productor en el manejo del ambiente y de la producción misma y propone que el conocimiento popular se hibride con el conocimiento científico”.

El NEA y el AMBA son regiones pioneras en la materia y en todo el país hay un marcado incremento de estas experiencias.

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