El análisis foliar de frutales es una práctica que se desarrolló a mediados del siglo XX en los Estados Unidos y que hoy es de vital importancia para determinar un plan de fertilización preciso y efectivo. Los resultados de un análisis foliar son claves para la toma de decisión, ya sea para continuar con la estrategia de fertilización adoptada o para realizar los cambios que sean necesarios.
Para obtener datos confiables en un análisis se debe considerar algunos requisitos en cuanto a época de muestreo, tipo de hoja a recolectar, identificación y conservación hasta su procesamiento. Estos requerimientos buscan la obtención de datos comparables con los estándares de referencia, para conocer las deficiencias o excesos en la aplicación de nutrientes, y actuar en consecuencia.
El análisis foliar complementado con el análisis de suelo, permite modificar, si fuera necesario, el plan de fertilización, aumentando la eficiencia de los nutrientes aplicados. Optimizando así la inversión en esta práctica.
El periodo apropiado para el muestreo foliar en los citrus es entre los meses de enero y marzo. Para realizarlo debe definirse una unidad de muestreo homogénea (unos 100 árboles) en cuanto a su estado general, ubicación, relieve y tipo de suelo. Se deben tomar hojas sanas de 5 a 7 meses de edad de la brotación primaveral, de ramitas no fructíferas, de una misma combinación copa/porta injerto de árboles en producción. Sólo éstas hojas presentan valores más estables que reflejan satisfactoriamente la condición nutricional de la unidad de manejo examinada. Primer paso para un diagnostico certero.
Las muestras tomadas se llevan a laboratorios especializados, para determinar los contenidos de los nutrientes esenciales; macro y mesonutrientes (N, P, K, Ca, S y Mg), así como de micro nutrientes (B, Cu, Fe, Mo, Mn y Zn). En función de los resultados arrojados se categorizan en niveles deficientes, bajos, normales, altos y muy altos según los parámetros zonales.

