Un consorcio internacional de 300 científicos, incluyendo a investigadores argentinos del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) y del Conicet, logró decodificar el genoma del tomate, un hecho que permitirá mejorar pronto el sabor de la fruta, además de posibilitar el menor uso de plaguicidas, mejorar su composición nutricional y extender su durabilidad en las góndolas.
El descubrimiento es el resultado del trabajo en colaboración de 14 países, quienes comenzaron con el proyecto de decodificación en 2004 al tener en cuenta el interés comercial que hay en el cultivo: su producción global supera los 140.000 millones de toneladas.
“Nuestro grupo estuvo a cargo de secuenciar el genoma de la mitocondria, y fue un trabajo que nos enriqueció porque estuvimos en contacto con científicos de 13 países”, contó a Clarín el doctor Fernando Carrari del Instituto de Biotecnología del INTA en Castelar, donde trabaja desde que regresó al país gracias al programa Raíces del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva. En el equipo, también participaron los argentinos Gabriel Lichtenstein y Mariana Conte.
Ahora, con el genoma completo del tomate, tanto de su especie domesticada como de la silvestre, los científicos se dedicarán a descubrir cuáles son las funciones de sus 35.000 genes. Esto permitirá identificar cuáles son los genes asociados al sabor, a la duración, o al color.
En el caso de los investigadores del INTA se están concentrando en hallar cuáles son los genes involucrados en el nivel de vitamina E que contiene el tomate, determinante del sabor de la fruta.