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Del salto ecuestre a la equinoterapia: “A los caballos hay que agradecerles, son seres fantásticos”

Desde niña, Liliana Aguirre hizo equitación. Cuando su madre enfermó y empezó a usar una silla de ruedas, descubrió la faceta terapéutica de los caballos. Hoy es referente en equinoterapia y deportes para-ecuestres. Su historia, en una nueva entrega de ELLAS.

Juan Martínez Dodda
Por Juan
Martínez Dodda

“Nelson Mandela dijo: ‘Una persona es persona a través de más personas, en comunidad’. Yo le agregaría: ‘y con los caballos‘. Porque son seres increíbles, a los que les agradezco, son fantásticos”. 

Así vive la vida Liliana Aguirre, quien está vinculada a la equitación desde niña y cree que el caballo es un facilitador del vínculo entre las personas y la naturaleza. 

Si bien por el deporte Liliana tuvo de pequeña un vínculo especial con los caballos, fue hace algo más de 20 años, cuando su mamá le diagnosticaron una enfermedad, mielitis transversa, que conoció el costado terapéutico de los equinos.

“Es sorprendente lo que generan estos seres en las personas, lo que cambia en su vida, un cambio que para mí tiene su tope cuando pueden competir en disciplinas para-ecuestres, ahí son iguales que todos”, menciona. 

Representando a Argentina ha estado hasta en Irlanda, trabajando con la universidad, con el ejército, con las mulas. Siendo pioneros en las escuelas de equitación especial en Alemania, y otros tantos lugares. 

Estudió y es instructora de equitación con orientación a la equinoterapia, coordina un equipo profesional interdisciplinario y preside la Fundación Equinoterapia San Juan, la cual fundó a partir de lo sucedido con su madre. 

Es la nueva protagonista de la serie de podcasts ELLAS y también se la podrá ver en la próxima edición de la Exposición Nuestros Caballos, donde coordinará la segunda edición de la Cumbre Latinoamericana de Equinoterapia, Equinoterapia Para-Ecuestre y deportes ecuestres adaptados, todo en el marco de un año en que se celebrarán los Juegos Olímpicos.

– Te criaste en Capital Federal, pero los caballos te fueron marcando desde niña. Incluso, según contaste en una nota, en la calesita elegías el caballo y no los “autitos” a los que todos querían ir. ¿Cómo fue esa infancia?
– Me crié en una familia de padres, tíos y abuelos inmigrantes españoles, precisamente mi padre vasco. Llegó a la Argentina entre los 16 y 17 años, mi madre mucho más chica. Después está mi hermano Jorge. Ese es el grupo más chico, pero mi madre tenía siete hermanos y todos con muchos hijos asique es una “borregada” como le decimos nosotros, muy amplia. Y con muchos tíos viviendo en las afueras de la ciudad. Alguno avícola, una empresa familiar, y todo eso relacionado siempre al carro del lechero, porque en esa época de mi infancia la leche llegaba en un carro y muchas veces la podíamos ir a obtener directo del tambo, en el ordeñe de la ubre. O sea que me crié en el campo a pesar de que mis padres estaban en el área de comercio, mi madre en inmobiliaria y vivíamos atrás del hospital Rivadavia. 

– ¿Cómo se fue dando el vínculo con los caballos?
– Mi padre ya era una persona con pasión por los animales en general, y los caballos en particular. Y cada vez que podía me acercaba a ellos. Por ejemplo, cuando íbamos de vacaciones y había una posibilidad de hacer una cabalgata. Como anécdota, con nueve años viajaba en el colectivo 130 a los Lagos de Palermo a lo de una familia, los Peñaloza, que tenían un establo que alquilaba caballos y salíamos alrededor del campo de golf… ¡muy chiquita andaba por ahí a caballo! También las filas eternas para tratar de entrar al Municipal a hacer salto. Y así fue durante muchos años, caballos pero equinos en general, porque también amo a las mulas. 

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– Llegó el momento de estudiar: ¿qué carrera elegiste y qué hacías hasta que apareció la equinoterapia en tu vida?
– Lo mío siempre fue por el lado del turismo: estudié para poder ser acompañante guía, hice base en aeropuertos para ser guía y después una carrera terciaria de lo que en ese momento pensé que iba a ser el trabajo de toda mi vida. Viajé muchísimo durante muchos años. He vivido en Brasil, Europa, muchos países y distintos tipos de trabajos para seguir conociendo culturas y distintas realidades. Pero siempre, en cada sitio, volviendo a los caballos.

– ¿De qué manera descubriste el poder terapéutico de los caballos?
– Nunca lo pensé desde ese enfoque. Siempre lo viví como un animal majestuoso, poderoso, de belleza, fuerza, humildad. Un montón de características. Lo terapéutico en sí mismo fue cuando sucedió lo de mi madre y después la fundación. La enfermedad de mi madre, que fue prolongada, más de 28 años con esa enfermedad, la llevó a la silla de ruedas, también una cardiopatía. Y una kinesióloga me comentó que trabajaba en el Hogar de Vida “Juan XXIII” donde había adultos con discapacidad mental. Por entonces, con mi hijo teníamos unos caballos y ella me dijo que si quería que algunas de las personas que estaban en el hogar pudieran venir a conocer los caballos. Eso fue un antes y un después para mí. 

– ¿Por qué?
– Yo pasé de ver al caballo y buscar características de brioso, y potencia para las actividades deportivas, a otras cosas cualidades que empecé a ver en los caballos como en las personas que se acercaban a ellos. Me di cuenta de todo lo que puede este ser extraordinario que son los caballos. Un día sirve para transportar carga, otro para un militar, mañana salta, pasado juega al polo, realmente, es un animal que se mueve y adapta en la diversidad, que evolucionó desde el eohippus, que era de la altura de una llama o un bambi, con sus pezuñas distintas. Todo eso fue evolucionando hasta ser el caballus que es el que conocemos hoy en día. Entender todo eso, que te permitan ser parte, me ayudó a ver las cosas más amplias. 


– ¿Qué empezaste a aprender y ver a partir de entonces?
– Cada uno necesita algo distinto, cada camino de las personas es distinto. Hay cosas que se pueden hacer para que la discapacidad no se note tanto o no la sufra tanto una persona con silla de ruedas. Si pueden subir y andar por las calles, no tener obstáculos, eso hace que sea una más entre nosotros. El problema es que no está preparada la vida para la diversidad de necesidades. 

– ¿La Fundación cómo surgió?
– Mi madre fue quien la motivó y llevó adelante. Y nuestro trabajo se inició a través de las escuelas de educación especial. Fuimos pioneros en esto. Abrimos una tranquera muy grande a una situación muy olvidada, como pasa en las escuelas de educación especial rural. Integrar al caballo y la equitación terapéutica, y con un deporte, que es para mí el eslabón de todos los procesos en el camino de la independencia de la persona en su integración a la sociedad. Formar parte de una competencia, los hace a todos iguales. 

– ¿Qué recordás de ese primer encuentro de esas personas con lo terapéutico de los caballos? ¿Qué les pasaba?
– Fundamentalmente, vi cómo se comunicaban. Sobre todo el primer grupo que fue muy especial para nosotros, porque eran personas adultas, muchos con discapacidad mental, muchos de ellos severos. Yo tenía miedo por ellos, por los caballos. No sabíamos hasta dónde dejarlos llegar. Pero fue una experiencia increíble. Son momentos únicos porque son seres vivos. Cuando hablamos de caballos, es un ser susceptible de modificar su actitud, adaptarse. Entre los animales, la percepción de los caballos es superior. Es una gran herramienta poder integrar ese valioso ser para ayudar a las personas. Y este vínculo está lleno de historias. Está quien inicia un camino, pero en su vida no puede caminar; quien peina un caballo pero no se peina ella o él mismo; pasan cosas que nos exceden a las personas. Y eso lo da este ser vivo maravilloso. Nosotros tenemos fotos y nos emocionamos al día de hoy de momentos que son increíbles. 

Esta para mi la portada

– Soy papá de Donato, un niño con discapacidad motora y neurológica, y siento que chicos arriba de los caballos se perciben súper héroes, que aquel con dificultades para caminar puede trasladarse igual que los demás, el tímido se fortalece…
– Pero aparte de eso, que es súper importante, sumale que se trasladan con un animal de 350-500 kilos, siempre superados en peso y estatura, y tienen que vincularse con ellos. El desarrollo de ese vínculo es importantísimo. Si ese animal lo muevo o traslado yo, eso ya es ser Superman. También, en los niños con discapacidad, sirve para que ellos crean que pueden, y el día de mañana poder trabajar en una fábrica o donde sea. Y lo mismo sienten aquellos que no tienen ninguna discapacidad, la sensación de acercarse a un caballo es hermosa. Acercarse a los caballos es terapéutico hasta para una familia entera. 

– En Argentina no hay una Ley Nacional de Equinoterapia. Mientras tanto, hay algunas leyes provinciales que regulan la actividad y amplían el acceso a la terapia. ¿Cuál es tu visión de esto?
– Hemos estado hace más de 12 años creo, trabajando durante dos años en la ley de la provincia de San Juan. Y tenemos ley desde entonces. Fue interesante porque nos llevó a aprender un montón de otras situaciones. Porque el área de trabajo nuestra es educación y deporte, entonces, no es sólo el tema de equinoterapia, pero lo hicimos en base a pensar en la rehabilitación. Porque muchas veces, no se trata sólo de pensar en poder conseguir la cobertura de una obra social. Yo soy de insistir en que la gente se tiene que formar para trabajar en esto. Y dentro de ellos hay un área que más se tiene que formar que no es ni dentro del área de salud ni de la educación. En el caso de los que venimos del área de los caballos, tenemos que formarnos para tener una visión general, para entender al paciente y al resto que trabaja en la terapia. Está demostrado que la actividad terapéutica asistida con equinos que hace bien y debería estar regulado en la Argentina. Ya está regulado en más de 10 provincias, no recuerdo cuántas exactamente. Cada vez hay más familias que quieren que sus hijos formen parte de esta terapia.

– Durante la Expo Nuestros Caballos del año pasado hicieron la Cumbre Latinoamericana de Equinoterapia, Equinoterapia Para-Ecuestre y Deportes Ecuestres Adaptados, algo que se repite este año. ¿Qué podrías contar de esa experiencia de compartir con gente de otros países esta pasión por el caballo y su vínculo terapéutico con las personas?
– La experiencia fue superadora. El gran ruido lo vamos a hacer ahora en la segunda edición, la que vamos a hacer en unos días. Primero, en Nuestros Caballos, se da visibilidad de todo lo que tiene que ver con la actividad con caballos. El año 2023 fue muy interesante las mesas de trabajo que se dieron, entre profesionales de distintos países en la región para la difusión de la actividad. Y este año se suman más países. Y ejes muy interesantes, como la mesa de trabajo con cuatro federaciones ecuestres de distintos países de Latinoamérica (Chile, Argentina, Uruguay y Bolivia). Se ven problemáticas en común, y nuevas situaciones vinculadas al deporte para-olímpico. 

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– ¿Cómo está Argentina en ese contexto de deportes olímpicos para-ecuestres?
– Primero está Brasil, segundo Uruguay y luego Argentina en la región. Argentina tuvo una época dorada con participación importante, después vino un impasse, donde hemos tratado de reactivar el semillero, relevando los centros de equinoterapia porque es allí donde está la población de futuros deportistas o competidores para-ecuestres. 

– ¿Qué le dirías a un caballo si en vez de estar yo enfrente tuyo estuviera uno de ellos?
– Le agradecería. Fundamentalmente agradecer. No sólo en lo personal o en la trayectoria familiar, fundamentalmente agradecerle en la historia del hombre. Este ser vivo extraordinario que se adapta es fantástico. Ellos están siempre dispuestos. 

– ¿Alguna frase para cerrar la charla?
– Si, una frase Zulú, de la filosofía ubuntu, de Nelson Mandela: “Una persona es persona a través de más personas”… yo le agregaría, “con los caballos”.

MUJERES EN CAMPAÑA

“ELLAS” es una serie de podcasts realizados por Infocampo con mujeres de campo que inspiran por su historia emprendedora, y que cuenta con el acompañamiento de “Mujeres en Campaña”, una iniciativa de New Holland Agriculture que ya tiene un camino recorrido y embajadoras de distintos lugares del país.

La Iniciativa Mujeres en Campaña (MEC) surgió cuando comenzamos a notar que existen muchas mujeres involucradas en el campo con grandes capacidades y que todas teníamos algo en común: la necesidad de compartir experiencias vinculadas al campo y al trabajo rural, nuestro principal objetivo es visibilizar el rol de la mujer rural en cualquiera de sus tareas sea como cliente o como una referente para el sector”, señaló Natalia Álvarez, referente de Marketing New Holland Argentina.

Desde “Mujeres en Campaña” desarrollaron el concepto de “embajadoras” que permite conocer un poco más de cada una en su rubro y, a su vez, difundir cómo trabajan y cómo se sienten.

El objetivo de este maridaje entre ELLAS y Mujeres en Campaña es llegar a mujeres de distintas edades y distintas zonas geográficas. “Nos enorgullece cuando un padre nos comenta que le recomendó a su hija inscribirse en nuestra plataforma para capacitarse y realizar algún curso de los que ofrecemos”, agregó Álvarez.

Desde la plataforma de MEC, se puede acceder a capacitaciones, foros, talleres, entrevistas y contenido de interés, además, cuenta con una Feria de Emprendedoras para dar a conocer los proyectos que lideran las seguidoras.

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