En el film de Francis Ford Coppola, Apocalypse Now, el actor Robert Duvall, personificando a un coronel del Séptimo Regimiento de Caballería (con los equinos reemplazados por helicópteros), describe el estado de una colina bombardeada 12 horas seguidas con napalm. “Huele a…, victoria”, le hace decir Coppola a Dubai en una genial metáfora.
Bien, por estos días podemos decir que nuestro campo “huele a…, valor agregado”.
Es el olor de la transformación de los granos que salen de los potreros agrícolas.
Es el olor de las granjas de pollo que se multiplican al costado de las rutas, al igual que los galpones de cerdos.
Es el olor a la soja moliéndose en las plantas de crushing o al trigo convirtiéndose en harina. Es el olor al dinero.
En este semanario contamos varios casos de la transformación que está sufriendo el campo, de la mano de sus protagonistas: productores y hombres de negocios que invirtiendo en producir para ganar más generan externalidades para la sociedad.
Es el caso de los productores rurales que formaron Compañía de Cereales Salto SRL. Después de la devaluación decidieron dar el “salto” adelante y encararon el negocio del acopio. Después la planta de crushing y ahora van por la de biodiésel.
En esa movida derramaron plata sobre una infinidad de proveedores (los silos, la secadora, la balanza, los consultores, el movimiento de tierra, la obra civil, etcétera, etcétera).
Sólo agregando la molienda dan trabajo a 15 personas, y con la de biodiésel lo harán para otras 15 más.
Es el modelo agroindustrial de agregación de valor para el campo.
Lo vio el viernes pasado con claridad la presidenta de la Nación cuando visitó la planta de Granja Tres Arroyos.
Lo dijo un par de días después el gobernador Hermes Binner con todas las letras: “La provincia de Santa Fe tiene que dejar de exportar porotos, tiene que dejar de exportar aceite para empezar a exportar materias elaboradas, tiene que agregarle valor, tiene que agregar trabajo y producto santafesino”, en ocasión de su participación en la Fiesta Provincial del Trigo.
Previamente lo había dicho en las páginas de este semanario el gobierno entrerriano por medio de su ministro Héctor Motta: los productos tienen que salir de la frontera provincial con el máximo valor agregado posible.
También estamos contando en este semanario sobre una pyme harinera, Molinos Carhué, que está ampliando su capacidad de operación 70% y planeando su desembarco en el mercado brasileño.
Cuando la Sagpya difunda las cifras oficiales de la molienda de 2007 se observará que de 5,1 millones de toneladas de trigo procesadas en 2006, se pasó a casi 6 en 2007. Y para 2008 la proyección de los molineros se ubica entre 6,7 y 7 millones.
También está creciendo el consumo interno de maíz. Y aunque a Montoya le preocupe la posible evasión tributaria en este canal, en verdad es mucho más lo que gana el país transformando ese grano fronteras adentro que dejándolo salir tal cual por sus puertos, tributando retenciones.
Hay una cantidad de proyectos de inversión que se basan en la transformación del maíz. Desde el que pronto concluirá Adeco Agro en Venado Tuerto para su tambo en estabulación, al anticipado en estas páginas de una megagranja porcina.
Puede que el olor sea molesto para quienes transitan la ruta o viven cerca. Pero eso es solucionable con tecnología ambiental.
Lo importante es que ese olor es el olor de la generación de trabajo, riqueza y oportunidades para los argentinos.