El domingo 28 se cerró el primer capítulo de esta novela política: la continuidad del proyecto del kirchnerismo en la figura de la esposa del presidente Kirchner.
Comienza ahora a escribirse el segundo capítulo: quiénes quedan, quiénes se van y quiénes entran.
Y en lo que respecta al capítulo agro, hay mucha tela para cortar.
Lo primero que hay que decir es que el oficialismo está leyendo que la primacía que obtuvo la candidata en las zonas rurales es una señal de que el campo está avalando el rumbo de la política económica del Gobierno.
Casi paradójicamente, el voto opositor resultó ser de carácter urbarno, como el de la Ciudad de Buenos Aires, Rosario o Mar del Plata.
Por tanto, hoy el Gobierno puede decir que la ruralidad lo apoya y la urbanidad le da la espalda. Una realidad que no coincide con la visión que daba buena parte del ruralismo, acerca de un campo castigado, relegado y malquistado con la política oficial.
Entrando ya en el armado de la estructura gubernamental del agro para el período 2007/2011 hay que describir a los posibles interesados en ocupar ese espacio.
Aparece allí el saliente gobernador Felipe Solá, que no ocultó sus aspiraciones a que su delfín, Raúl Rivara, ocupara la Secretaría de Agricultura. Utilizó como plataforma al ruralismo de la cuenca del Salado y encontró en Carbap a un aliado. Con palos para los secretarios Moreno y De Urquiza buscó marcar la cancha para después del 28 de octubre.
Pero si bien Solá ha sido un disciplinado político, que se bajó de la reelección provincial y le puso el hombro al proyecto K en su territorio, su estrella parece haber decaído. Ya no se lo menciona como candidato a presidir la Cámara de Diputados y el electo legislador parece más bien conformarse con alguna responsabilidad en áreas ambientales.
Tampoco cotizan muy bien las acciones del senador y diputado electo por Córdoba, Roberto Urquía.
En la previa, habían trascendido sus aspiraciones a tener alguna injerencia en el ámbito de la producción, apostando al desdoblamiento del Ministerio que pilotea Peirano, como en los tiempos de Duhalde, aunque con otro nombre para evitar la asociación.
Aunque su relación con la presidenta electa sigue siendo óptima, la pobre performance electoral de la candidata en Córdoba devalúa su capital. El mismo Urquía se ha excusado de antemano diciendo que no podría ocupar un cargo como la presidencia de la Cámara, debido a sus actividades como directivo de Aceitera General Deheza, su empresa familiar.
Ya no queda mucho más, excepto alguna especulación en torno de Laura Montero, una ingeniera agrónoma electa diputada por Mendoza, ministra de Economía de esa provincia y cuyo nombramiento en la Sagpya podría haber sido un gesto hacia el vicepresidente Cobos.
Así las cosas, los denominados “pingüinos” sacan chapa de candidatos para seguir en el área.
De Urquiza se reinvidicó de su salida silenciosa el día de la inauguración de la Rural de Palermo y obtuvo la ovación de los federados de Buzzi, al anunciar la creación de una Subsecretaría de Desarrollo Rural y Agricultura Familiar en el ámbito de la Sagpya. Ahí también estuvo Carlos Cheppi, un joven K de pura cepa, que eventualmente sería la figura de recambio de De Urquiza dentro del riñón kirchnerista, donde militan también Jorge Amaya y Carlos Milisevic.
Pero tal vez a Cheppi (que tuvo alguna aspiración a entrar en la política grande en Mar del Plata) le tiente más manejar los $730 millones, que tendrá como presupuesto en 2008 para el Inta, que liderar la cartera agrícola. Incluso la agricultura familiar podría ser el ala de sustentación política del proyecto De Urquiza / Cheppi. Tras el acto de Parque Norte, el reelecto Eduardo Buzzi sostiene que De Urquiza “ha dado muestras de hacer una gestión de puertas abiertas” y que ha hecho “una gestión decorosa”.
Por otra parte, De Urquiza deja trascender a los dirigentes que en su viaje a los Estados Unidos, acompañando al presidente Kirchner, éste le aseguró la continuidad en la Sagpya. Los días confirmarán o no esta promesa.
Javier Preciado Patiño
