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El precio en la góndola, un problema de larga data

El aumento de precios en las carnicerías se volvió causa nacional: alertó al consumidor y preocupó al gobierno; consultados por Infocampo representantes de distintos eslabones de la cadena apuntan contra la distorsión y piden transparencia.

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Por Infocampo

Y un día la agenda mediática se centró en el campo. Distintos medios de comunicación dedicaron horas de aire, espacios y páginas al aumento en el precio de la carne. Durante los pocos días que duró este fenómeno, los canales de televisión montaron sus móviles en carnicerías y hablaron con funcionarios que boicotearon el precio del kilo de asado, que en algunos lugares cotizaba los $150.

Dentro del sector, la polémica vino porque desde hace unos días está bajando el valor del novillo en pie, mientras que ese valor no se traduce en la mesa del consumidor. Por este motivo, Infocampo consultó a distintos eslabones de la cadena y todos coinciden en que este conflicto es tan viejo como el campo mismo.

Mario Ravettino, presidente del Consorcio de Exportadores de Carnes Argentinas (ABC), observa una baja del 10% en la hacienda como también de la media res salida de los frigoríficos, hasta un 40% en asado y un 20% en las pulpas, es decir, los cortes para milanesas. “Eso nos lleva a la conclusión que los precios bajaron pero en el mostrador no se reflejó esa baja, aunque en los próximos días se tendría que reflejar”, agrega.

Ulises Forte, presidente del Instituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina (Ipcva), afirma que este problema se repite con los años: “Es algo histórico que cuando aumenta el ganado en pie aumenta en la góndola, pero cuando baja el ganado en pie (se hablaba de un 20%  menos en el mercado de Liniers) el precio de la góndola no se mueve. Para que estas cosas no ocurran, me parece que hay que transparentar la cadena. Hay que empezar a investigar y ver dónde está la distorsión de los precios”.

Gustavo Almassio es un reconocido asesor y productor ganadero del sur de Buenos Aires. Cree que hay que tener en cuenta el contexto inflacionario (el gobierno calcula que es de un 20 a 25%) y carga con ironía contra los medios: “Pareciera ser que la carne en Argentina es un servicio público, pero con inversión y riesgo privado. La carne tiene que estar barata por definición argentina, a contramano del resto del mundo. Porque la carne vacuna es la especialidad. Dicho esto, cuando la carne está regalada y aumenta, hay mucho desconocimiento general, tanto del consumidor como del productor”. Además, agrega que “no hay conciencia de cadena en la Argentina, sino que es sectorial”.

Luis Goenaga, de  la consignataria de hacienda Néstor Goenaga y Cia., cataloga la discusión como política y hace hincapié en los gastos que tienen. “Cuando se producen subas importantes en 15 o 20 días eso causó que la hacienda subiera en todas las carnicerías. Era normal, pero después de eso bajó bastante. Un novillo que llegó a valer 31 pesos luego bajó a 26. Eso ocasionó que la carnicería mantuviera el primer valor. Bajó la hacienda pero en las carnicerías no. Subió combustible, el gas, la luz subió y es el reflejo que el operador tiene en sus gastos fijos”.

El pedido oficial de abstención, en debate

La distorsión de precios es uno de los puntos centrales del conflicto. De acuerdo al lugar, el kilo de asado se vende desde 89 a 150 pesos. Incluso, el ministro de Hacienda, Alfonso Prat-Gay se mostró sorprendido por los 140 pesos que pedían por el kilo de asado. “Eso es excesivo”, dijo.

El número uno del gabinete económico del gobierno nacional apuntó contra la cadena: “No está regularizada la situación en la cadena de la carne en general, ya que aún existen algunas rigideces”. Además, prometió que en los próximos días habrá anuncios por parte del Ministerio de Producción y que pondrán en funcionamiento la Secretaría de Defensa de la Competencia.

Las palabras de Prat-Gay se condicen con la postura por parte del Ministerio de Agroindustria o, al menos, de su titular Ricardo Buryaile, que instó a abstenerse de carne. “El consumidor debe tomar conciencia sobre el nivel de precios de la carne vacuna, y si se tiene que abstener de consumir lo haga, porque nosotros tampoco queremos volver a esquemas que no han dado resultado”, advirtió en una entrevista con radio Vorterix. Infocampo intentó comunicarse con voceros de la Subsecretaría de Ganadería de la Nación, aunque no tuvo éxito. 

La postura oficialista generó cruces y adhesiones. Consultado por Infocampo, Almassio se mostró en desacuerdo: “Buryaile se equivoca porque no es comentarista, es ministro. Es una norma de la economía que hay demanda elásitca e inelástica. Cuando la carne sube, seguramente puede haber sustitutos. El tema es que la carne tiene una corrida inflacionaria como sucede en todo el resto. Porque no es que la carne está cara y los fideos bajaron: hay toda una espiral inflacionaria que excede a la carne”.

Algunas entidades como la Sociedad Rural Argentina se mostraron de acuerdo en no consumir hasta tanto no baje el precio al menos un 20%. Forte, titular del Ipcva, no interpretó los dichos de Buryaile como una señal de boicot sino como un llamado de atención: “Creo que se refiere a que el consumidor sea fiscalizador de los precios y, si la carne no está a un precio razonable, no lo compro”. 

Qué hacer

Gran parte de los actores coinciden en que la situación se normalizaría en los próximos días, a pesar que no esperan bajas importantes.  El reclamo, al unísono, es transparentar la cadena. “Desde mi punto de vista hay que transparentar los precios y que cada uno cumpla su rol. Acostumbrarse a no pagar lo que no corresponde. Hoy en día 150 pesos es un precio irrisorio que no se justifica para nada”, opina Ravettino, que forma parte de un estadío intermedio de la cadena, donde venden a 50 pesos el kilo de salda del frigorífico, según informa.

Almassio brega por un status sanitario único de ganadería que permita tipificar la carne según la calidad y así vender por corte y, al igual que en el resto del mundo, envasados al vacío. “Tiene que haber un sistema de tipificación de carne donde puedas tener distintos parámetros de calidad como en otros países del mundo como Nueva Zelanda, Australia o Estados Unidos. Es anacrónico que se siga vendiendo con el sistema de media res, con el obrero bajandola en la espalda”, agrega.

Almassio pide “que se puedan redireccinonar los costos de en función de cada sector. En Buenos Aires van a haber lugares con más cortes populares que en otros. Si no, la ganancia siempre la hacen algunso secotres que compran el lomo en el Gran Buenos Aires y lo terminan vendiendo en Recoleta a una fortuna. Ese sistema de ventas hay que tratar de ir abandonándolo”.

Goenaga propone liberar el mercado: “Que tengas la oportunidad de ir a la carnicería y si sale tiene a 50 pesos no lo compro y si voy a la otra. El mercado se hace así, operaciones libres. Cuantas más trabas le ponés a la carne, más problemas van a haber”.

Por Agustín Monguillot, Semanario Infocampo

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