Aunque todo indica que al menos en el corto plazo no habrá cambios en lo que a la conducción del Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria respecta, la gestión liderada por el Dr. Jorge Amaya y el ingeniero agrónomo Carlos Casamiquela aprovechó la conclusión del mandato del ex presidente Néstor Kirchner para presentar un informe de gestión del período 2003 a 2007.
“Desde el inicio de nuestra gestión, con Carlos Casamiquela entendimos que el cambio institucional del Senasa hacia una gestión por resultados debía ser abordado desde un conjunto de modificaciones articuladas entre sí, que combinaran estratégicamente modernización, gradualismo y consenso. También entendimos que en el centro de este proceso debían estar los trabajadores del servicio”, escribe Amaya en el prólogo del informe.
Lo cierto es que esta conducción, que no asumió en simultáneo con Kirchner, sino meses después reemplazando al Dr. Bernardo Cané y luego del foco aftósico de Tartagal, se caracterizó por pilotear al organismo con los cuadros profesionales que provenían de la línea técnica y reduciendo al mínimo la injerencia del estamento político. “Su logro ha sido recrear la mística del Senasa”, sostienen quienes conocen de cerca a Amaya.
Con un perfil de muy escasa exposición pública, Amaya sorteó estos cuatro años con escasos conflictos en materia sanitaria, reduciendo a su máxima expresión un tema sensible como fue el foco aftósico de Corrientes, en febrero de 2005.
Como parte del núcleo kirchnerista agro original, junto con Carlos Milicevic, Carlos Cheppi y Javier de Urquiza, Amaya se las ingenió para introducir cambios esenciales en el servicio, a saber:
a) Incrementó el presupuesto de $150 a $511 millones (para 2008), incorporando aportes del Tesoro. Anteriormente, el Senasa se financiaba exclusivamente de lo que recaudaba por servicios prestados.
b) Inició y concluyó el proceso de descentralización del servicio mediante la creación de trece centros regionales. Asimismo se crearon nuevas oficinas regionales y ahora se apunta a construir locales propios para aquellas que funcionan en sedes de otras entidades (por ejemplo sociedades rurales).
c) En materia de sanidad animal se logró el reconocimiento de la OIE de la región Patagonia Norte B (hasta el río Negro) como libre de aftosa sin vacunación, y la condición de la Argentina como libre de BSE.
d) En sanidad vegetal se mejoró el estatus de distintas regiones en relación a moscas de los frutos. Por otra parte, se trabajó en la prevención de la roya de la soja y actualmente en la expansión de malezas resistentes a herbicidas.
Igualmente quedan materias pendientes, como la conformación de una gran base de datos sanitaria, que involucre tanto a productores ganaderos como agrícolas. En este sentido ya está lanzada la inscripción masiva en el Renspa a partir de marzo de 2008.
También será interesante seguir el proceso de identificación ganadera y la informatización de las bases de datos y registros del Senasa.
En lo organizacional, quedó trunco el debate acerca del rol de Consejo de Administración (privados) y el posible rediseño institucional.