Desde la Federación Agraria Argentina expresamos nuestra más amplia solidaridad con las familias de las 50 personas fallecidas y los casi 700 heridos en la estación de Once. Creemos además, ante la dolorosa noticia, que los argentinos nos debemos una reflexión sobre el rol del Estado y las políticas públicas. Más que de accidente podríamos hablar de catástrofe anunciada, que tiene su origen en el proceso de desmantelamiento de la red ferroviaria que inició Carlos Menem en la década del ’90, que se continuó en la etapa kirchnerista con las concesiones a firmas privadas que reciben subsidios para seguir brindando un pésimo servicio en cuanto al transporte de pasajeros.
Hemos denunciado en reiteradas oportunidades que los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández han bastardeado el rol del Estado, administrando un “capitalismo de amigos”. En materia ferroviaria, esto se tradujo en empresarios con muy buenos vínculos con la Secretaría de Transporte de la Nación gestionando con escasa transparencia millonarios fondos públicos. Cabe recordar que el funcionario que estuvo al frente del área desde 2003 a 2009 fue Ricardo Jaime, que renunció a su cargo tras enfrentar innumerables presentaciones judiciales que daban cuenta de una fuerte connivencia con firmas concesionarias a las que debía controlar. Mientras tanto, millones de trabajadores argentinos no tienen más opción que viajar apiñados desde el conurbano a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Cincuenta de ellos fallecieron ayer, en medio de los hierros retorcidos de una formación ferroviaria de más 50 años de antigüedad.
Tampoco se ha revitalizado en la última década la red ferroviaria para el transporte de cargas. De este modo, los pequeños y medianos productores tenemos que pagar altísimos costos en fletes y los usuarios de la red vial padecen por las rutas abarrotadas de camiones.
Decimos finalmente que el gobierno debe aprender de esta tragedia y evitar que se repita. Hay suficientes razones en este sentido para terminar con la concesión a TBA. Y avanzar luego, como se hace en la mayoría de los países del mundo, con la recuperación de todos nuestros trenes. El Estado puede cumplir un rol virtuoso brindando un servicio público de calidad. Bien administrado, el sistema ferroviario es el más eficaz para trasladar pasajeros y cargas a precios accesibles.