Aunque el consumo de carne equina es prácticamente inexistente en nuestro país, la Argentina es el primer productor mundial. Y es tan paradójico como real, porque más del 95% de esta producción se exporta.
La Unión Europea es el principal destino con el 59%, Rusia es el segundo comprador con el 36%, Japón el tercero con el 5%, según datos correspondientes a 2006 de la Secretaría de Agricultura de la Nación.
La buena sanidad y sus propiedades nutritivas -es magra y sin colesterol- explican la preferencia por este tipo de carne.
Actualmente, sólo un puñado de empresas se dedican a esta especialidad. Una de ellas es Frigorífico Equino Entre Ríos SA, que empezó con esta actividad el 1° de septiembre de 2001 en Gualeguay y desde entonces creció alrededor del 10% anual.
Este año dio un paso más en la expansión de su industria: está construyendo una planta para procesar harina a partir del hueso y de las partes que no se destinan a consumo. En este proyecto estiman una inversión de u$s1 millón y esperan concluir la obra entre los próximos seis a ocho meses. Por su trayectoria en el negocio, esta empresa recibió en agosto el premio al exportador entrerriano en la categoría “Exportación no tradicional”, que otorga el gobierno provincial. “Para nosotros es muy importante tener este reconocimiento y me parece muy bien lo que hace el gobierno de Entre Ríos, en este caso reconociendo a esta empresa exportadora”, señaló Javier Veronessi, presidente de la firma.
Hace seis años, cuando empezaron, la situación era complicada. Los antiguos dueños habían decidido vender la planta porque los números no cerraban durante la década del noventa, con la paridad cambiaria. Si bien fue difícil el despegue y tuvieron que realizar inversiones en infraestructura para poder exportar al viejo mundo, hoy faenan unas 4.000 cabezas mensuales y exportan seis cortes de carne (similar al vacuno): los cortes traseros se envían a la UE y los delanteros a Rusia.
El punto de inflexión del negocio es el abastecimiento de la materia prima. “El caballo no es fácil de conseguir, se compra en todo el país, por eso es muy alto el costo de flete. Tenemos varios proveedores. La figura que se encarga de juntar los caballos es el yegüero”, cuenta el presidente de esta empresa familiar y agrega que la gran ventaja de esta industria es que se aprovechan animales viejos para la faena. En general se prefiere el caballo de Buenos Aires, Santa Fe, Entre Ríos y Córdoba, pero se compra todo tipo de equino sin distinción (en el norte del país son animales más chicos y de menor kilaje).
“Falta que se desarrolle la cría y engorde de equinos. Hay algunas estancias que lo hacen. La crianza no es mal negocio, se pueden producir caballos en campos marginales y la ganancia de kilos es más rápida que en los bovinos. Nosotros no tenemos producción propia, pero estamos evaluando esta alternativa”, añadió Veronessi.
El frigorífico emplea en forma directa a 180 personas y a otras 200 en forma indirecta. El año pasado exportó 15.034 toneladas, según datos de la empresa, que representan el 40% del total nacional que asciende a 37.000 toneladas, de acuerdo con datos de la Sagpya, por un valor promedio de 1.884 u$s/tonelada.
Un subproducto con gran potencial es el cuero, para lo cual se necesita contar con una curtiembre. “El problema es que los caballos tienen una marca en la nalga, por exigencias del Senasa, que si podría cambiarse de lugar y se pondría en la paleta, se exportaría todo”, sugiere Veronessi y concluye diciendo: “Estamos contentos con el negocio, esta es una actividad que genera un importante aporte de divisas al país”. Algo muy cierto. Las exportaciones de este tipo de carne en 2006 cerraron en u$s 80 millones.
Alexia Giménez