La abrupta caída de la rentabilidad en la ganadería, tanto de carne cuanto de leche, y la agricultura repercute directamente en las economías regionales.
“Lo que peor lo pone al ganadero es la sequía”, dice Arturo Teso, cabañero de la zona de Anguil, en el centro-este de La Pampa y agrega: “No creo que tenga espíritu, hoy, para ir a un paro ganadero”.
El productor se ve desprotegido y sometido a todas las presiones, las climáticas y las políticas. “Es insólito pedirle a los productores firmar un acuerdo de precios porque no generan los valores”, señala Ricardo Siutti, productor de Catriló. Desde General Acha, Ramiro Ruiz coincide con los demás pampeanos: “El productor de la zona está muy enojado porque las reglas de juego siguen cambiando permanentemente. Según las estadísticas oficiales, el interior perderá alrededor de mil millones de dólares por la magra cosecha, si a esto le sumamos las retenciones, los impuestos distorsivos y el control de precios, la situación social será difícil en el segundo semestre de 2006. La infrecuente sequía, que en el caso de La Pampa es la peor desde hace 50 años, dejó un rojo en cosecha fina de u$s 20 M por la consiguiente pérdida del 60% del volumen histórico promediado. El 2006 va a ser duro en La Pampa. “Es lógico que el productor esté con bronca”, resume Situtti, “cosecha fina casi no hubo, la gruesa en caso de que siga lloviendo va a ser cosechada con pérdidas importantes, la presión impositiva es brutal, y el Gobierno añade a este panorama un futuro desolador a la ganadería, la única vía de escape para un productor acostumbrado a invertir y manejar una lógica incertidumbre”.
Walter García
Corresponsal de Infocampo en La Pampa
