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La oportunidad de los biocombustibles

Al fin el mundo parece haberse dado cuenta de que todo se mueve a partir de la energía del sol. En unos días Glencore y Vicentín comenzarán a probar su nueva planta de biodiesel en San Lorenzo, con la cual producirán unas 240.000 toneladas por año.

Al fin el mundo parece haberse dado cuenta de que todo se mueve a partir de la energía del sol. En unos días Glencore y Vicentín comenzarán a probar su nueva planta de biodiesel en San Lorenzo, con la cual producirán unas 240.000 toneladas por año.
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En definitiva, de eso se trató el Foro Global de Bioenergía que entre el miércoles 11 y el viernes 13 se desarrolla o desarrolló (según cuando usted lea este Infocampo) en la ciudad de Rosario.

Porque la médula de la bioenergía va mucho más allá del biodiésel y el bioetanol o si se utiliza la soja, la colza, la caña de azúcar o el sorgo para producir combustibles renovables.

La cuestión sencillamente es encontrar la forma más eficiente de captar la energía solar que llega a la superficie terrestre y transformarla en algo transportable y aprovechable por el hombre. Y la respuesta se llama biomasa.

Esto que recién arranca bajo la forma de bio- diésel y bioetanol, y que tanta polémica está generando (bajo el falso debate energía versus alimentos), en el mundo de la bioenergía ya se lo denomina como biocombustibles de primera generación.

Porque ya está la segunda generación, que promete ser realmente mucho más impresiobiomass to liquids y que no es ni mas ni menos que la obtención de combustibles sintéticos. Con 7,5 toneladas de biomasa ciento por ciento celulósica (por ejemplo un rollo de pasto), se puede obtener una tonelada de combustible sintético. Se trata de un proceso de concentración energética: de una densidad de 1,5 GJ (gigajoules), que tiene un metro cuúbico de biomasa, se pasa a los 36 GJ de un metro cúbico de diésel sintético. Es como hacer petróleo en cuestión de horas en vez de en millones de años.

Según Thurm, que es un entusiasta de esta tecnología (además estaÌen el negocio, obvio), la biomasa está llamada a satisfacer el 30% o más del consumo mundial de energía.

Pero hoy todavía estamos haciendo los primeros palotes en materia de bioenergía, y eso significa analizar la producción de biodiésel y bioetanol.

En este sentido el mensaje del senador nacional y empresario agroindustrial (con AGD), Roberto Urquía, fue muy claro: la política argentina se tiene que orientar a que las exportaciones del complejo agro salgan con el mayor valor agregado posible, y los biocombustibles son una contribución para ello. Urquía, tal como lo hizo Infocampo cuando analizó la agregación de valor en la cadena del aceite, le puso número a esto.

El aceite contenido en un poroto de soja, puesto en la tranquera del productor, se multiplica por cinco cuando se lo exporta como aceite refinado, y muy similar a cuando se lo envía como biodiésel.

Para este legislador y empresario la era de la bioenergía ya tuvo impacto en la agricultura argentina. La demanda creada por las políticas de los Estados Unidos y la Unión Europea, uno a favor del etanol y otro a favor del biodiésel, ya se reflejó como una suba de precios.

Demandado por la industria alimentaria y por la energética, el aceite de soja cotiza en la actualidad 50% arriba del promedio de los últimos diez años, y el triple respecto del piso que tocó a principios de este nuevo siglo.

Algo similar ocurre con el maíz, para el cual se proyecta un precio promedio (interno de los Estados Unidos) del orden de los 128 dólares, contra 177 para el trigo y 257 para la soja.

âMe dicen que en ese país se está abriendo una planta de etanol por semanaâ, graficó Urquía. âPara 2016 se espera que un tercio de la cosecha estadounidense, esto es unas 118 millones de toneladas, se consuma en las plantas de etanol,contra un 14 % de la actualidad.

El Senador defendió la oportuniad que presentan para Argentina los biocombustibles,en un principio básicamente el biodiésel a partir de aceite de soja. âMientras que en Estados Unidos el costo directo del cultivo se ubica en 110 dólares por hectárea y en Brasil en 155, en la Argentina es de 75 dólaresâ, comentó.

En esta línea tambión habló el ministro de la Produccioón de Santa Fe, Roberto Ceretto, en representacioÌn del gobernador Jorge Obeid. Esta provincia ya cuenta con un marco de promoción propio, que se suma al nacional y se ha declarado formalmente como âproductora de combustibles de origen vegetalâ.

Si bien a mediano plazo la provincia apunta a desarrollar regiones todavía no explotadas para producir cultivos energéticos alternativos, hoy buscan apuntalar la fortaleza que tienen como productores de soja y como emplace de la industria aceitera.

En este sentido, en unos días el grupo Glencore y Vicentín comenzarán a probar su nueva planta de biodiésel en San Lorenzo (el emprendimiento se llama Renova), con la cual apuntan a producir unas 240.000 toneladas por año. Y se espera que en poco tiempo haya en el polo de Rosario capacidad para producir 1,2 millón de toneladas debiodiésel.

La Unión Europea acaba de decir en una conferencia organizada los primeros diÌas de julio, y a la cual asistió el secretario Javier de Urquiza, que recurrirá a importaciones para satisfacer su objetivo de llegar a 2020 reem- plazando el 10% del gasoil, que se consume en el transporte, con biodiésel.

Se trata de una oportunidad muy fuerte para la Argentina. Las primeras 6.000 toneladas de biodiésel ya salieron desde la planta de VicentiÌn en Avellaneda (Santa Fe). Lo señaló el mismo Urquía, cuando dijo que, en aceites para biocombustibles, los tres principales potencia- les oferentes globales son Indonesia, Malasia y la Argentina.

Pero como decía alguien en un intervalo del foro, se necesitaría señales más con- vincentes desde la dirigencia política de que la Argentina no dejará pasar esta oportunidad.

Las tendencias
En el mundo, la tendencia es hacia la construcción de plantas cada vez más grandes, por la optimización que da la escala en los procesos tecnológicos. Si en la Argentina se están contruyendo plantas grandes de biodiésel (del orden de las 200.000 t/año), la tendencia es ir hacia las de 300.000.

Un aspecto capital a la hora de evaluar las inversiones resultan ser los subproductos, principalmente el glicerol, el principal de ellos en el proceso de producción de biodiésel. Ahí el dato es que por un aumento en la oferta de este producto, debido a la creciente producción de biocombustibles, las cotizaciones de la glicerina vienen en caída libre.

De los 800 u$s/t que valía la glicerina cruda (80%) en 1996, se ha llegado a 200 u$s/t en 2007, es decir que el retorno por la venta de este subproducto se redujo a un cuarto. Lo mismo ocurre con la glicerina refinada grado farmacológico, que cayó de 1.600 a 600 u$s/t en el ínterin.

Javier Preciado Patiño

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