Voceros de la empresa admitieron que el directivo iba a tomar la conducción de esa filial, pero prefirieron no hablar de un pasaje de un país a otro. “Va a manejar los dos países”, manifestaron.
El español, que fue presidente de Cargill Argentina antes de que fuera adquirida por Monsanto, en los ’90, volvió al país para hacerse cargo de la empresa luego de la salida de la convertibilidad, en diciembre del 2002.
Su gestión estuvo marcada por hechos significativos. Primero, el ordenamiento de una deuda a cobrar en torno de los u$s600 millones que a la empresa le había quedado en la calle, fruto de la devaluación.
Segundo, el manejo de la unidad de negocios de la semilla de soja (Calidad Magna), que terminó con su desmantelamiento, en principio imputado a la informalidad del mercado semillero argentino.
El español también recibió el coletazo del proceso que la empresa había iniciado por presunto dumping en las importaciones de glifosato chino, con el asesoramiento inicial de Ecolatina, y que terminó con la no aplicación de aranceles adicionales, como reclamaba la empresa.
Pero el mayor desafío que enfrentó Alba Ordóñez fue el proceso para recuperar el valor de la tecnología RR, de resistencia a glifosato, situación que lejos de solucionarse concluyó en un callejón, que hasta ahora parece sin salida, ya que Monsanto Technology, los importadores europeos de harina de soja y la Argentina se encuentran litigando en tribunales internacionales.
La gestión del español estuvo marcada por el alejamiento de altos directivos, como Eduardo López Mondo, director de Tecnología, y Carlos Becco, director de Marketing, que sucedieron a la salida de Carlos Popik, antecesor de Alba Ordóñez en el cargo y Miguel Potocnik.
Mientras en Buenos Aires se hablaba de los posibles reemplazantes, donde el nombre del mexicano Felipe Osorio sonaba fuerte, los voceros manifestaron que no estaba definido si alguien reemplazará a Alba o si continuará al frente de las dos filiales.
