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Se acaba la “magia” de la soja y el Gobierno fija condiciones insólitas para traer productos del exterior

Durante la primera parte del año, la "magia" de la soja bendijo a empresarios de un sector que, si por algo se caracterizaron, fue por haber sufrido durante años los constantes embates del Gobierno.

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Por Infocampo

Se trata de los importadores, quienes constantemente fueron señalados desde la administración K como uno de los “enemigos” del modelo.

Primero, porque su accionar iba en contra del plan de intentar fabricar la mayor cantidad de productos dentro de las fronteras de la Argentina. Segundo, y más cerca en el tiempo, porque le restan al Banco Central parte de los dólares que ingresan a la plaza doméstica.

Sucede que cada centavo que se destina a la compra de un producto en el exterior, es un centavo que no podrá adquirir el BCRA para engrosar sus ahora alicaídas arcas.

Pero la “súper soja” había permitido moderar los ánimos. Y logró, en el arranque de 2013, lo que durante años parecía imposible: una flexibilización en la entrega de permisos de importación.

Si bien no hubo una “zona liberada” para nacionalizar cualquier producto, sí es cierto que la postura del secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno -y de los más de diez técnicos que siguen los expedientes de cada una de las empresas-, fue menos caprichosa y beligerante.

Y en esto fue clave la soja. Básicamente, porque le “prometía” al Gobierno una jugosa lluvia de divisas. Las estimaciones respondían a que la cosecha que recién se comenzaba a levantar de los campos era 9 millones de toneladas más elevada que la anterior y a que el precio internacional brillaba coqueteando con el récord.

El “yuyito” le estaba entregando una suerte de “pagaré” con varios ceros a la administración K, a cuenta de lo que supuestamente iba a ser una súper campaña.

Así fue como Moreno se “relajó” un poco al calor de los “sojadólares” que estaban próximos a arribar y por eso le abrió en parte las fronteras a los importadores.

El ritmo en la entrega de las Declaraciones Juradas Anticipadas de Importación -el “papelito” sin el cual no se puede nacionalizar ni un tornillo ni un auto de alta gama-, comenzó a fluir con mayor velocidad. A punto tal que en abril pasado, para sorpresa de muchos empresarios, las importaciones alcanzaron una espectacular tasa de crecimiento del 32 por ciento, el nivel más elevado en casi dos años.

Sin embargo, esa suerte de “pagaré” que la soja le había extendido meses atrás al Gobierno -con la promesa de garantizarle una lluvia de divisas-, se terminó evaporando.

Los productores fueron retaceando parte de su producción y, a medida que se fue enlenteciendo la exportación, paralelamente se dio otro fenómeno que no hizo más que agravar el panorama: el “súper precio” se fue desmoronando, ubicándose hoy en día muy por debajo de la cotización proyectada en el Presupuesto 2013.

El horizonte que apunta a un dólar más fuerte en el mundo -y que desinfla el valor de las materias primas-, una economía china menos dinámica y una buena producción en Estados Unidos, uno de los tres grandes jugadores -junto con la Argentina y Brasil-, se “confabularon” para dinamitar el precio del “yuyito”.

Así las cosas, los importadores, que habían gozado de ese “veranito” inesperado, que duró de enero a mayo, rápidamente sufrieron el cambio de expectativas. Y la Secretaría de Comercio Interior, que se había mostrado permeable a los pedidos para ingresar más productos, volvió a su antiguo rol: el de “garante del cerrojo” a partir de junio.

“El Gobierno esperaba un mayor ritmo en el ingreso de dólares. Sin embargo, la realidad no colmó las expectativas y, de ser bastante flexibles con los permisos de importación, volvieron a reforzar los controles, con el objetivo de alcanzar una meta de superávit comercial de u$s10.000 millones”, aseguró a este medio el economista Mauricio Claverí, de la consultora Abeceb.

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