Los directivos de la Asociación Argentina de Girasol (Asagir) presentaron hoy en Expoagro su plan de acción a dos años. El objetivo es que la oleaginosa pase de las 4,2 millones de toneladas que se esperan para esta campaña a las 6 millones.
“Este es el momento para crecer en rendimientos, para desarrollar tecnologías; los 100 dólares por encima de la soja que tenemos hoy deben impulsarnos a crecer en girasol”, afirmó Luis González Victorica, presidente de Asagir.
“Queremos consolidar la oleaginosa en las zonas a las que fue desplazada campañas atrás y hacerla recuperar terreno en la Pampa Húmeda”, dijo Jorge Ingaramo, asesor económico de la institución. De esa manera, Asagir busca que el país pueda ofrecer, en el mediano plazo, 6 millones de toneladas de girasol, lo que equivale a ocupar 3 millones de hectáreas a 20 qq/ha de rinde.
“Queremos volver a las 500.000 hectáreas en las mejores zonas”, aseguró el experto. Para eso, sostuvo que es necesario reducir las brechas entre el nivel de producción que se alcanza en el campo en la actualidad y el nivel óptimo que se puede alcanzar con las tecnologías que se disponen.
El aceite es, sin duda, la principal herramienta con la que la Asociación piensa alcanzar su meta. Con precios de 1850 u$s/tonelada en el mercado de Rótterdam, un crecimiento expansivo en la demanda mundial de aceites de alta calidad y con un competidor (la colza) abocado, cada vez en mayor medida, a la producción de biocombustibles, el girasol argentino vuelve a tener con qué aspirar a ser uno de los principales abastecedores globales.
“Es el momento del girasol; con el mundo pidiendo aceites y los proveedores más importantes en transición, Argentina debe recuperar su protagonismo”, señaló Ingaramo.
En las últimas cinco campañas, la tendencia en la producción se presenta indefinida (oscilando entre 25,4 y 30,2 millones de toneladas) y dependiendo, en gran medida, de los resultados de Rusia, Ucrania, la Unión Europea y Argentina. Esta temporada, los tres competidores produjeron un millón de toneladas menos cada uno. “Nuestro país puede recuperar su rol principal y ser el primer exportador de aceites”, anticipó Ingaramo.
Sin considerar el aceite de oliva, los dos cultivos que compiten por la demanda de calidad en el aceite son el girasol y la colza. Pero el primero
saca una cabeza de ventaja. Mientras la oferta mundial de aceite de canola (colza) es de 18,3 millones de toneladas, y se comercializa sólo 12,6%, la oferta de girasol es de 9,9 millones y las importaciones mundiales son de casi un 30%. Bajo la propuesta de Asagir, el país estaría aportando al mundo un 7,7% más de aceite de girasol y un 0,6% más al mercado total de aceites.
El desafío de la Asociación es hacer que los productores no teman por un derrumbe de precios de la oleaginosa como el ocurrido en la campaña 1998/99. Los directivos explicaron que aquel episodio estuvo signado por el ingreso en producción de las plantaciones de palma en Asia. “Por eso, el aceite de girasol llegó en Rótterdam a 413 dólares la tonelada (año 2000); el aceite hoy vale 1850 dólares”, aclaró Ingaramo. En la actualidad, y pese al aumento de las retenciones, el valor futuro a marzo de 2008 es 435 dólares, para la materia prima y, a un año, de 390 dólares. “Si ya no habrá
shock por el ingreso de la palma y nosotros ofrecemos el 8% más, los riesgos económicos son bajísimos”, concluyó el economista.

