La Escuadra de Arte Ecuestre Argentino triunfó en Sevilla, en una de las ferias de caballos más importantes del mundo. Un viaje imperdible, en el que veinte de los mejores caballos criollos del país fueron el centro de todas las miradas: la duquesa de Alba y Alain Delon los aplaudieron de pie.
La duquesa de Alba, Alain Delon y todo el palco de honor aplauden de pie. Es la noche de gala en el Salón Internacional del Caballo de Pura Raza Española (Sicab), una de las ferias de caballos más importantes del mundo, que se desarrolla hace más de 20 años en Sevilla. La Escuadra de Arte Ecuestre Argentino acaba de cerrar la serie de espectáculos del día y el público le brinda una ovación. Los miembros de la delegación argentina, compuesta por unas 50 personas (20 jinetes, 20 bailarines del Ballet Udaondo, 10 técnicos y encargados de la logística), más 20 caballos criollos, saludan contentos.
Este año, Argentina fue el país invitado de la Sicab, y quién mejor que la Escuadra para actuar como una verdadera embajadora de nuestros valores culturales. Durante los ejercicios y coreografías, los jinetes exigen al máximo a estos caballos, enseñándoles al mundo las capacidades de la raza. Fue el primer viaje de 20 de caballos criollos de máximo nivel a la madre patria. Se trata de una aventura inolvidable, llena de emociones, en la que El Federal fue un testigo privilegiado. ¡Olé!
Subtítulo: Un largo camino.
Luis “El Negro” Bustos está por cumplir 64. Jinete de toda la vida, hoy vive uno de los momentos más intensos de su carrera. Bustos cumplió el sueño de llegar a España, con la Escuadra de Arte Ecuestre Argentino, que fundó hace 22 años. En la Argentina, la Escuadra es famosa porque no falta en las inauguraciones de la Rural de Palermo. Además, ha actuado varias veces en el estadio mundialista de fútbol de Mendoza, frente a 25 mil personas. Allí, en el 97, ¡quedaron 10 mil afuera!, mirando el show en una pantalla gigante. Más allá de los éxitos en Sudamérica, llegar tan lejos, no es cosa de todos los días. Y el hombre no oculta los sentimientos: “A los 9 meses me sacaron una foto subido a un caballo de salto llamado Dos de Copas. Estoy seguro que ahí empezó mi pasión por los caballos. Hace unos 15 años tuve la suerte de poder elegir un lugar en el mundo para perfeccionarme.
Después de meditar un tiempo, se me prendió la lamparita y pensé que tenía que volver a las fuentes, es decir, a la equitación española. El primero de los tres meses que pasé en Jerez de la Frontera, en la Real Escuela Andaluza de Arte Ecuestre, del mítico Don Álvaro Domecq Romero, fue duro. No conocía la terminología, no conocía ese tipo de caballos. Pero fui persistente y Don Domecq me espiaba trabajar. Al final de mi estada Domecq me invitó a almorzar a su casa y nos hicimos amigos. Por si fuera poco, los jinetes me hicieron una despedida, algo totalmente atípico”, recuerda con orgullo.
Bustos explica que el trabajo que se hace en el picadero con los caballos criollos y con los que se utilizan en España para equitación vaquera tienen como objetivo llegar a la vaca y al toro, respectivamente. Es decir, se utiliza al caballo para trabajos camperos. Bustos es un jinete impresionante. Cuenta que uno de sus secretos es hacer gimnasia a la mañana y a la tarde y trabajar cuatro animales por día. Al viaje lo acompaña su adorable mujer María, con la que de jóvenes hicieron un viaje a caballo a la precordillera, en su Mendoza natal. Se ve que el tema de los caballos en la familia Bustos es genético. Sus hijos, Luis “El Negrito”, Luciano y la preciosa Pitty, son jinetes de la Escuadra. De hecho, “El Negrito” es quien hoy la dirige. Tal vez uno de los mayores méritos de Bustos es haber conformado un grupo numeroso que convive varios días en total armonía. Cada uno cumple con su parte del trabajo, y todos se respetan. De alguna forma, son una gran familia. El resultado es un espectáculo asombroso. “La llegada a la madre patria es un hito para la Escuadra. Es el sueño de todo equitador”, sintetiza Bustos y sonríe.
Subtítulo: Los pingos se ven en la cancha.
Durante el día cada jinete se ocupa de su caballo: le prepara la cama, le da agua, le da de comer, lo baña. Cada jinete cuida a su animal como si fuera parte de la familia. Algunos caballos ven llegar a su jinete a la mañana y le dan la bienvenida con un relincho. La relación entre jinete y caballo siempre es emocionante. El público se acerca a la zona de boxes donde están nuestros criollos. Hace preguntas, se saca fotos, quiere saber por qué tienen las crines tuzadas. Miran las monturas, tocan los ponchos, admiran los pelajes. Los caballos españoles despiertan la admiración de los argentinos y lo mismo sucede a la inversa. El respeto es recíproco.
El predio de la Sicab es inmenso. Hay unas 7 pistas de equitación, stands, tiendas, restaurantes. Durante el día, el movimiento del público es permanente. A la noche, el stand de la Argentina es el más concurrido. Se sirven pedazos de bife de lomo con pan, vino tinto y cerveza. Los europeos se vuelven locos con el menú. Además, la presencia de la Escuadra con sus ropas típicas, actúa como un imán. Algunos presentes hasta se animan a tirar unos pasitos de baile.
Sevilla es una ciudad llena de atractivos. En los pocos momentos libres, los paseos a la Giralda o al Alcázar, despiertan el entusiasmo en los miembros de la Escuadra: para la mayoría, éste es el primer viaje a Europa y la emoción es doble. Este cronista recomienda el bar “Rinconcillo”, fundado en 1670. Las tapas y la cerveza se sirven en una barra de madera, en la que se come de parado.
Son ocho las presentaciones de la Escuadra en tierras sevillanas. La pista principal es cubierta y cuenta con luces y sonido de primer nivel. Las funciones de la Escuadra sorprenden por la sincronización perfecta de caballos, jinetes y bailarines. Es el espectáculo más celebrado de la feria. La mayoría coincide en que la mejor función fue la primera. Es probable que la ansiedad del debut, la adrenalina y las ganas de romper la cancha, hicieran de la primera la que puso a todo el público de pie. El alcalde de Sevilla, Juan Ignacio Zoido, inauguró la feria y quedó enloquecido con la presentación argentina. Uno de los organizadores confió más tarde que durante los ensayos el espectáculo no convencía. Es que él no sabía que los pingos se ven en la cancha: el día del debut la rompieron, y obtuvieron fuertes repercusiones en la prensa europea.
La noche de gala, hubo un invitado sorpresa: Don Álvaro Domecq. Domecq es una leyenda viviente de la equitación mundial y quiso ser parte de la fiesta argentina. Domecq entró cuando terminaba la función haciendo caminar al caballo con una elegancia y potencia pocas veces vistas. El carisma de este hombre, sumado al de Luis Bustos, pusieron al palco de honor de pie. Hay que ver a la duquesa, a Alain Delon y a todas esas celebridades aplaudiendo sin parar. Poco después, el relator despide a los jinetes, que se retiran al galope con las banderas argentinas y españolas al viento: “Ahí se retiran los criollos de Estancia La República, de Don Raúl Moneta”. Estos verdaderos embajadores culturales descansan tranquilos. Es hora de volver a casa con la satisfacción del deber cumplido. ¡Ole! (ver galería de imágenes)

