Alberto Rodríguez, presidente de la Cámara de la Industria Aceitera de la República Argentina, comentó en una entrevista con Reuters que “tenemos un año con una perspectiva mejor que la del año pasado. Procesaremos cerca de 40 millones de toneladas. La capacidad ociosa (de la industria) este año va a ser entonces cercana al 33%, por debajo del 40% del 2013”
Los embarques de porotos de soja de Argentina (uno de los mayores exportadores mundiales de productos de la oleaginosa) subirán un 57% a 11 millones de toneladas, los del aceite derivado un 31% a 5,9 millones de toneladas, y los de harina un 15% a 27,5 millones, según datos de Ciara-Cec.
Luego de una producción de soja de 49,3 millones de toneladas en el ciclo pasado, la cosecha de la campaña 2013/14 (actualmente en recolección) alcanzaría un récord de 55 millones de toneladas, según el Ministerio de Agricultura.
Sin embargo, luego de los años de bonanza que experimentó en la primera década del siglo, hoy en día la situación de la industria molinera dista de ser la ideal. La competencia de la industria procesadora de China, el alza de los costos de producción domésticos, y algunas trabas comerciales impuestas por el Gobierno argentino son algunos de los factores que detuvieron al sector.
“La capacidad ociosa en nuestro país ha venido creciendo al mismo ritmo que la importación de porotos de China para procesar. Un nivel aceptable de capacidad ociosa sería entre el 10 y el 15%. A niveles de capacidad del 30%, claramente tenemos pérdidas”, explicó Rodríguez, quien además agregó que: “Nuestra industria aceitera era la más competitiva del mundo. Hoy, con nuestros costos totales, somos los segundos más caros. El más caro es Europa”.
Otros dos temas preocupan de forma particular al sector en la actualidad: la falta de una norma que permita importar soja de forma temporaria para procesar (principalmente del vecino Paraguay) y la deuda por el impuesto al consumo (IVA) que el Estado argentino tiene en la actualidad con las empresas agroindustriales.
“Estos temas que favorecerían la situación del sector y mejorarían el uso de la capacidad de la industria”, señaló Rodríguez.
El ejecutivo destacó que el Estado argentino tenía al 31 de marzo una deuda cercana a los 45 millones de dólares por el IVA, que los exportadores pagan al comprar los granos en el mercado local y luego les debe ser reintegrado al exportar la mercadería.
“Hay empresas que sufren siete u ocho meses de demora para cobrar, y preocupa la pérdida que puede haber por una caída en el tipo de cambio. Nos agrega un costo y nos restringe capital de trabajo”, concluyó Rodríguez.
