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La alfalfa, de perenne a bianual

En ambientes de alta productividad puede alcanzar rendimientos de hasta 11.000 kilos de materia seca por hectárea. Hay que tener en cuenta los problemas con las plagas.

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Por Infocampo

La producción de alfalfa ha llegado a las dos millones de hectáreas debido a sus múltiples usos. Al sur de Santiago del Estero, donde se encuentran alrededor de 200 tambos la alfalfa se está convirtiendo en un gran aliado. Por este motivo, Infocampo dialogó con Danel Leiva, asesor privado que trabaja en la zona de Colonia Alpina, aseguró que “la alimentación a base de pasturas, principalmente alfalfa, ya que es un recurso muy rico en proteínas”.

En está línea, el técnico señaló que “la densidad promedio de la región en kg/ha oscila los 10 a 15, siempre enmarcada en el ámbito de una rotación con otros cultivos, generalmente sobre lotes picados de sorgo o maíz, la fertilización es escasa a nula, en casos al momento de la siembra se aplica a la semilla bio-reguladores”.

Además, Leiva subrayó que “una vez implantada se procede a un monitoreo inicial donde en casos sufre ataques de trips, lepidópteros, pulgones y eventualmente según la condición climática arañuela”.

A la hora de comentar sobre las expectativas de rendimiento, el técnico indicó que “una vez establecida y en producción la alfalfa históricamente alcanzaba los 10.000 a 11.000 kilos/MS/año y en la actualidad en el mejor de los casos llega a los 9.000 kilos/MS/año”.

Con respecto a las enfermedades, Leiva comentó que “dicha situación productiva se debe a una serie de problemas que comienzan a presentarse luego de la germinación e implantación, donde se observan manchones de menor crecimiento, estas áreas dentro del lote, se encuentran durante gran parte del año, principalmente en épocas donde el déficits hídricos es más acentuado”.

A su vez, el especialista resaltó que “esta problemática de manchones es bien evidente en el cultivo de alfalfa pero más atenuada en aspecto visual cuando se desarrollan otros cultivos”. Y continuó: “El primer paso fue desarrollar los mapas de productividad donde se identifican las zonas de mayor y menor producción, luego se validaron estos sectores yendo a campo y recorriendo los lotes para corroborar que dichas zonas sean coincidentes con los mapas de productividad y ya en esta actividad comenzamos a ver que los sectores donde se concentraban la mayor cantidad de manchones malos de alfalfa coincidían con los sectores de baja productividad”.

Por caso, el especialista subrayó que “como siguiente paso se tomaron muestras de suelo dirigidas en las zonas de alta y baja productividad para hacer análisis químico y esperábamos en este caso encontrar menores valores de fertilidad en el manchon menos productivo, pero para nuestra sorpresa, esto no fue así, ya que los mayores valores de fertilidad química se asociaban al manchón malo o de baja producción”.

En este sentido, Leiva remarcó que “como el origen del problema no era una cuestión de falta de nutrientes, avanzamos hacia la parte física del suelo, para ello realizamos mediciones con penetrómetro de impacto, en el área manchón malo y el área normal”.
Por último, el técnico indicó que “pudimos observar que el sector de baja productividad es acompañado por una capa densificada que se encuentra por debajo de los 10 centímetros. Si bien se expresa dicha capa en el sector de alta productividad, la resistencia a la penetración es menor”.

Más avances e investigación

Entre otros de los avances que han realizado en el cultivo de alfalfa, según Leiva es que “también se decidió hacer medición en el bajo alambrado, ya que este sector no es perturbado por las labores y tampoco tiene incidencia por parte de la actividad animal. Al igual que en el lote, se midió en el sector de Alta Productividad y Baja Productividad, y se puede ver que la condición de capa densificada se extiende en el bajo alambrado aunque con valores menores, esto nos indicaría que es una situación de génesis de suelo”.

Por caso, el especialista en Agricultura de Precisión resaltó que “esto nos da el puntapié inicial para continuar con las investigaciones y avanzar hacia una solución que nos permita obtener cultivos que exploren ampliamente el suelo”.

Por Alejandro Besana, Semanario Infocampo

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