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Asagir recomendó cambios en las prácticas de traslado y acopio de la oleaginosa para conservar el comercio del producto con la Unión Europea

Los compradores europeos se quejan de las altas concentraciones de insecticidas en granos y aceites de girasol de procedencia argentina. Además, a partir de este año se establecieron en el viejo continente límites máximos de residuos de ciertos pesticidas, lo que hace peligrar un negocio de 230 millones de dólares para nuestro país.

Los compradores europeos se quejan de las altas concentraciones de insecticidas en granos y aceites de girasol de procedencia argentina. Además, a partir de este año se establecieron en el viejo continente límites máximos de residuos de ciertos pesticidas, lo que hace peligrar un negocio de 230 millones de dólares para nuestro país.
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Por Infocampo

El 50 por ciento de los granos y aceites de girasol nacional se destinará este año a la Unión Europea, uno de los pocos mercados que reconoce la calidad diferencial de los aceites, pero también el más exigente en materia de residualidad de pesticidas aplicados al agro.

De hecho, a partir de este año se establecieron límites máximos de contenidos residuales para los agroquímicos órgano-clorados, órgano-fosforados y piretroides, de amplia utilización en nuestro país.

Esta situación genera que a partir de 2005, todo importador deberá declarar a la autoridad sanitaria comunitaria el contenido de pesticidas, “lo cual abre la puerta para que el embarque no sea autorizado a ingresar”, advirtió un informe de la Asociación Argentina de Girasol (Asagir).

En este contexto, la entidad argentina recomendó a los productores ciertas pautas de producción, almacenamiento y despacho, a fin de minimizar el impacto de la nueva reglamentación comunitaria, a la vez que exhortó a la Secretaría de Agricultura a gestionar ante la UE un nivel de tolerancia para la presencia de este tipo de productos.

Hasta tanto, los expertos de Asagir recomendaron prohibir en nuestro país la utilización de todos aquellos principios activos autorizados para cereales y oleaginosas, pero que se encuentran cuestionados por Europa.

A los productores e integrantes de la cadena girasolera, la entidad sugirió evaluar el uso de productos como el fosfuro de aluminio, que no produce efecto residual y rever las dosis de pesticidas utilizadas.

En una entrevista realizada hoy en Infocampo Televisión, Carlos Feoli, coordinador técnico de Asagir, explicó que la manera de continuar con un comercio fluido con Europa es “adecuándonos a esas exigencias de carácter internacional. Tenemos que tener en cuenta que el girasol es producido en el campo, es almacenado y esas condiciones de almacenaje son extremadamente atractivas para insectos. El almacenaje va trasladado a plantas de procesamiento y ahí existe el problema” con los pesticidas.

El dirigente recordó que “existe legislación en la Argentina para que los granos accedan a los puertos libres de insectos”. Pero, “una lenta adecuación a estas normas, que están establecidas, hace que los tratamientos con insecticidas no sean todo lo prolijo que uno esperaría o que demanda el mundo, y hay excesos, y usos de productos que quizás no sean los correctos y aparecen estos problemas”.

Feoli agregó que “el grano es muestreado en aceite crudo y aparecen sorpresas, no sólo tenemos problemas con el tipo de producto, no autorizado o excedido para la UE, también estamos por encima de los máximos permitidos en la Argentina”.

El coordinador técnico de Asagir explicó que con otros países proveedores no existen tantos problemas porque “la UE no compra demasiado girasol a otros países y en estas naciones el control de insectos es relativo. Además, el control de insectos no es un problema que tenga que ver con la calidad del producto, sino con el procesamiento. Convengamos que cuando se habla de niveles de pesticidas, en ningún caso se llega al límite que pueda afectar la salud de los consumidores”, remarcó.

A modo de ejemplo, Feoli graficó que los niveles máximos de pesticidas permitidos por la UE, “equivaldrían para tener algún síntoma de toxicidad en un ser humano a ingerir algo así como mil litros de aceite por día”.

Por este motivo, “estamos hablando de buenas prácticas, de adecuarnos a llevar (con criterio) todo lo que tenga que ver con productos tóxicos, que obviamente son útiles porque de lo contrario estaríamos expuestos a las grandes plagas”.

Al ser consultado sobre la posibilidad de que el problema tenga un matiz pararancelario, el integrante de Asagir subrayó que “en estos casos siempre hay una combinación, nosotros estamos excedidos en nuestros propios valores de tolerancia, según nuestras propias normas, pero obviamente cuando un país se pone más duro en una legislación, está utilizando una herramienta que puede jugar en la negociación”.

En este contexto, el dirigente recordó que la semana pasada se reunieron con el secretario de Agricultura, Miguel Campos, para “impulsar una negociación a nivel gobierno para adecuar en alguna medida y moderar esta exigencia, que de alguna manera puede considerarse desmedida”.

No obstante, Feoli insistió en que “es un problema del acopio, más que del productor y del transportador. Es una doble estrategia, desde el acopio y el transporte, y a nivel gobierno, para adecuar las normas”.

Como solución, Asagir está recomendando al acopiador “un cambio en su actitud: tiene que hacer tratamiento con otro tipo de producto. Puntualmente los fosfuros, que bien aplicados no dejan residuos”.

Finalmente, Feoil destacó que “esto es urgente, porque estas normas que endurecieron bruscamente (los límites máximos tolerados de pesticidas) comenzaron a regir el primero de enero de este año. Las restricciones están ya establecidas para el país, para un negocio que nosotros no debemos perder”.

El girasol “es un producto ligeramente más caro que sus pares, y es elegido por aquel que privilegia el sabor y no el costo. De manera que no cuidar un mercado como el europeo, que está dispuesto a pagar por este producto, sería imperdonable”, concluyó.

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