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Cárdenas: cómo afectó la crisis mundial al agro estadounidense

Las exportaciones norteamericanas de arroz cayeron un 10%, las de trigo un 30% y las de maíz un 40%. Un artículo de Emilio Cárdenas.

Las exportaciones norteamericanas de arroz cayeron un 10%, las de trigo un 30% y las de maíz un 40%. Un artículo de Emilio Cárdenas.
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Por Infocampo

La demanda de productos del agro norteamericano está cayendo visiblemente, como reflejo de la crisis económica que afecta al mundo entero. Países como Tailandia, Malasia, o México, importadores tradicionales de granos y carnes estadounidenses, han reducido sus compras de alimentos. En parte, como consecuencia de la declinación del valor de sus respectivas monedas, pero también como efecto de la caída de los niveles generales de la actividad económica.

Como resultado de lo antedicho, las exportaciones norteamericanas de arroz declinaron un 10%; las de trigo un 30%; las de maíz, un 40% y las de sorgo, un sorpresivo e indisimulable 60%. Y las superficies sembradas con maíz y algodón se achicarán un 7%, mientras la de trigo se estima que caerá en un 1%.

La producción de carnes rojas, porcina y de pollos pareciera también estar en franca declinación, lo que seguramente se reflejará en menores volúmenes de exportaciones norteamericanas en esos tres rubros. Como cambio, no es poca cosa.

Para el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos esto supone que, este año, las exportaciones del agro del país del Norte serán de apenas unos 96 billones de dólares, en lugar de los 117 billones que correspondieron al año pasado. Las caídas más importantes son las que afectan al trigo y al maíz. En el primero de los casos porque, después de una tremenda sequía en Australia, este país ha regresado ya al mercado y la India, Bangladesh y Marruecos han, por su parte, tenido cosechas importantes.

Por ello para 2009 se proyecta una caída del empleo rural norteamericano del orden de los 45.000 puestos de trabajo. Cuando hay unos 5,8 millones de desocupados en la economía en general, la cifra aludida, en términos relativos, no parece ser demasiado significativa. Pero se suma a un ambiente depresivo.

Se espera, por todo esto, una disminución importante del ingreso del sector rural, calculada en aproximadamente un tercio, si comparamos las cifras de este año con lo sucedido en 2008.

No obstante, lo cierto es que, por el momento al menos, los precios de la tierra rural norteamericana continúan siendo estables en toda la nación. A diferencia ciertamente de lo ocurrido con la propiedad urbana, que ha sido la víctima directa de la ‘burbuja’ inmobiliaria que desatara la crisis en el sector financiero norteamericano.

La caída de las exportaciones rurales hace que naturalmente haya más oferta doméstica. Si el dólar no sigue perdiendo valor, el estado de cosas aludido puede agravarse, pese a que los subsidios al agro no disminuirán, más allá de los dichos y promesas de ‘recorte’ del presidente Barack Obama, que los legisladores de ambos partidos políticos, (pendientes de los votos en sus propios Estados) parecen haber decidió ignorar olímpicamente, en este particular capítulo de la economía, donde desterrar el proteccionismo ha sido, por décadas, una promesa siempre vacía de contenido.

El precio de la soja ha estado creciendo decididamente (40% desde comienzos de marzo). Presumiblemente porque los inventarios norteamericanos están exhaustos. La situación no cambiará -presumiblemente- hasta después de nuestro invierno, cuando aparezca el producido de la nueva cosecha.

Por el momento, los inventarios están cerca del 4% de las necesidades locales del consumo, el nivel más bajo de los últimos 40 años. De allí la presión sobre los precios.

Por el momento, China (que hoy conforma la mitad del volumen de soja importado) no parece tener problemas de inventarios, lo que tiene un efecto moderador sobre el mercado. Respecto del año pasado, China (en el primer cuatrimestre del año) importó soja en un 36% más. Aparentemente con la intención de consolidar sus niveles de inventarios.

En el fondo, la caída de la producción argentina (que se estima caerá un 30%, respecto del año pasado) debido a la sequía y a los desaciertos del Gobierno Nacional, parece ser una razón importante detrás de la escalada de los precios. Nuestro país es el tercer mayor exportador de soja del mundo. A nuestros problemas se suman los de Brasil, Paraguay, Bolivia y Uruguay, atribuibles (en estos casos) a la sequía.

La caída de nuestras exportaciones ha reducido las estimaciones de nuestra capacidad exportadora a sólo siete millones de toneladas.

Un año difícil, probablemente, para el sector rural norteamericano. Lo que es quizás una buena noticia para sus competidores. Al menos para aquellos que, a diferencia de la Argentina, no castigan y persiguen ferozmente a sus propios productores agropecuarios.

(Artículo publicado en la edición de esta semana de El Federal)

Por Emilio Cádenas. Ex embajador de la Republica Argentina ante las Naciones Unidas.

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