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Cazadores de napas

Desde Hughes, Rafael y Alberto Marchionni lanzaron un servicio de mapeo electromagnético de la napa freática que reemplaza al barreno. "En los suelos arenosos del sur de Córdoba, la diferencia de rinde en soja, entre la loma y el bajo, puede llegar a ser de 40 quintales (por hectárea) y allí hay una componente profundidad de napa importante", explica el ex técnico del INTA Marcos Juárez, devenido consultor privado, Héctor Baigorrí

Desde Hughes, Rafael y Alberto Marchionni lanzaron un servicio de mapeo electromagnético de la napa freática que reemplaza al barreno. "En los suelos arenosos del sur de Córdoba, la diferencia de rinde en soja, entre la loma y el bajo, puede llegar a ser de 40 quintales (por hectárea) y allí hay una componente profundidad de napa importante", explica el ex técnico del INTA Marcos Juárez, devenido consultor privado, Héctor Baigorrí
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Por Infocampo

La napa freática es como una gigantesca esponja que, ubicada a una profundidad variable, puede funcionar como reservorio de agua para las raíces de los cultivos.

El ex técnico del Inta Marcos Juárez, devenido consultor privado, Héctor Baigorrí, ha sido pionero en asociar la profundidad de la napa al rinde de los cultivos.

“En los suelos arenosos del sur de Córdoba, la diferencia de rinde en soja, entre la loma y el bajo, puede llegar a ser de 40 quintales, y allí hay una componente profundidad de napa importante”, explica el técnico.

Es que las raíces de los cultivos y pasturas pueden explorar profundidades que van de los dos metros (maíz, soja, sorgo) a los ocho metros (alfalfa), pasando por el girasol, cuyas raíces toman agua hasta los tres metros de profundidad.

En tanto, un suelo de textura arenosa puede ofrecer al cultivo 400 mm por metro saturado de agua.

“En años como éste, donde el arranque de la campaña fue seco, el efecto napa puede ser considerable”, apunta Baigorrí.

Todo esto viene a cuento de la iniciativa que tuvieron Alberto Marchionni y su hijo Rafael, que en conjunto con Mariano Delbuono se lanzan a ofrecer el servicio de mapeo de napas con métodos electromagnéticos.

Hasta ahora, para saber a qué profundidad se encontraba la freática había que armarse de paciencia y fuerza, y pinchar el suelo con un barreno de hasta tres metros de profundidad, lo cual permite determinar el techo de la napa y el piso, para así calcular la oferta de agua que el suelo tiene para los cultivos por presencia de la napa.

Este método es preciso pero trabajoso, y tiene las limitaciones propias del muestreo.

La idea de los Marchionni surgió a partir del servicio que les prestaba Delbuono para determinar profundidad de tosca en suelos del sudeste bonaerense.

Radicados en Hughes (sur de Santa Fe), los Marchionni son conocidos por su semillero 3 Pero también son importantes sembradores (unas 14.000 hectáreas), buena parte de ellas ubicadas en el sur bonaerense. En esa región, la tosca define el cultivo, la rotación y el potencial de rinde del campo.

Así, con Delbuono crearon la firma Innovar, con la que proyectan brindar el servicio de mapeo, entre muchos otros, vinculados a la nueva agricultura.

“La tecnología se conoce como Gem y es la primera vez que se aplica en la Argentina para agro”, apunta Delbuono, que está radicado en Tandil.

El equipo es portátil y lo carga el técnico. El lote se recorre siguiendo una cuadrícula determinada (por ejemplo 20 x 20 metros). En cada punto se hace un disparo de la sonda y se espera 10 segundos a que rebote y la capte el equipo.

Con otra frecuencia se repite el procedimiento y así se determina el piso de la napa.

Durante la visita de Infocampo a las oficinas de Marchionni en Hughes, Rafael y Alberto muestran mapas de napas hechos con esta tecnología.

“Podemos encontrar el techo de la napa a 90 centímetros. Pero se puede decir que hasta 1,80 o 1,90 metro es aprovechable por los cultivos”, explica Rafael, un joven ingeniero agrónomo egresado de la UN de Rosario.

Así, en el mapa de un lote de 50 hectáreas de Hughes se puede ver que las variaciones en la profundidad de la napa son apreciables, y que pueden ir desde 1,80 metro en los bajos hasta 3,60 en las lomas.

“Por un lado nos sirve para definir el manejo que vamos a hacer. Por ejemplo, en suelos arenosos, con una napa a 70/50 cm, podemos apuntar a una variedad de soja de ciclo corto, tipo 3700, en siembra muy temprana, porque con tanta disponibilidad de agua una de ciclo 4.8 tendría más riesgo de volcarse”, opina Rafael.

Por otra parte, contar con un mapa de suelos puede ser muy útil a la hora de fijar un contrato de arrendamiento ya que permite predecir de antemano zonas de alto o bajo potencial.

Por su parte, Baigorrí se muestra muy entusiasta con la nueva tecnología.

“La presencia de napa nos puede permitir pasar de una típica rotación maíz, soja, trigo/soja (cuatro cultivos en tres años) a maíz, trigo/soja (tres en dos), es decir a intensificar la rotación”, explica.

“Y si al plano altimétrico (de relieve) le superponemos el de profundidad y espesor de la napa podremos conocer mejor el potencial del lote”, agrega.

Pero los Marchionni y Delbuono adelantan que tienen una caja de sorpresas con novedades tecnológicas.

Una de ellas es un avión no tripulado, como el usado en misiones militares, que fotografía el lote en puntos georreferenciados. “Sirve tanto para hacer índice verde como para ubicar los sectores con malezas y concentrar allí la pulverización”, anticipan.

Javier Preciado Patiño

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