Es bien sabido que el cultivo de soja tiene una gran capacidad de reacción ante eventos que le producen estrés durante su ciclo de crecimiento y desarrollo. Sin embargo, hay períodos en los cuales se comporta como especialmente tolerante a variados tipos de condiciones adversas, sean estas climáticas o plagas y enfermedades. En este sentido nos referiremos a que en las etapas vegetativas en general, y en las reproductivas tempranas, la soja es especialmente flexible a soportar estos factores externos y compensar su pérdida a través de la generación de nuevas hojas, ramificaciones y/o flores, por lo que el rendimiento no se vería perjudicado si las condiciones favorables se restituyen. Uno de los agentes que pueden provocar daños potenciales es el complejo de orugas defoliadoras. Diferentes estudios han determinado que pérdidas de un tercio del área foliar durante todo el ciclo del cultivo no producen reducción significativa del rendimiento en cualquier estadio del desarrollo. Sí, en cambio, se pueden producir estas pérdidas a partir de la floración y del inicio del llenado del grano. El grado de ataque de estos insectos se evalúa en base al número de insectos presentes por metro lineal. El recuento de larvas se realiza a través de un método llamado del Paño Vertical.
A partir de esta información es posible determinar la necesidad o no de realizar un control de la plaga.
Joaquín Rabasa
Responsable de Regionales de Aapresid
Especial para Infocampo
