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EE.UU., subsidios y agro: ¡Es la energía, estúpido!

El gobierno de Bush quiere consumir internamente sus excedentes agrícolas para convertirlos en combustibles. El énfasis en esta política hace recordar la frase que llevó a Bill Clinton a ganar su presidencia: "¡Es la economía, estúpido!".

El gobierno de Bush quiere consumir internamente sus excedentes agrícolas para convertirlos en combustibles. El énfasis en esta política hace recordar la frase que llevó a Bill Clinton a ganar su presidencia: "¡Es la economía, estúpido!".
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Por Infocampo

Por estos días, el secretario de Agricultura de los Estados Unidos, Mike Johanns, continúa recorriendo su país tratando de convencer a los farmers de lo imposible: que con menos subsidios van a estar mejor. Esa es la esencia de la nueva ley agrícola (Farm Bill 2007) que el Parlamento de ese país debe aprobar.

Para fines de febrero, el tour lo llevó hasta la localidad de Ames, en el corazón agrícola de Iowa, que junto con Illinois vienen a ser el equivalente de la zona núcleo maicera sojera argentina.

Lo que les está diciendo Johanns a sus productores son básicamente tres cosas: a) que tal como están las cosas, el grueso de los subsidios se los quedan unos pocos; b) que en los foros internacionales están perdiendo por goleada y que van a tener que desmantelar esquemas de subsidios como los del algodón y el arroz; y c) que es mejor si todo el excedente de la producción agrícola lo consumen internamente.

Los Estados Unidos han promovido históricamente la productividad de sus campos. Pero como les decía Johanns, el incremento de los rendimientos supera el aumento del consumo, con lo cual se vuelven dependientes de los mercados externos. En productos como el trigo o el arroz, el 50% de lo producido se va a terceros mercados; en granos forrajeros vuelcan el 18%, pero su producción es tan fuerte que el impacto en el mercado es significativo (ver cuadro). Y hacerse lugar en un mundo superofertado de commodities agrícolas no es fácil.

Johanns les recalca que el 30% de los ingresos de un agricultor norteamericano proviene del comercio internacional. Pero también les recuerda que en las rondas multilaterales (OMC, Alca) el resto de los países les dicen que para que haya comercio justo, los americanos deben reducir subsidios que distorsionan el mercado.

En la otra mano aparece la energía. Lo dijo muy claro el presidente Bush en su discurso anual Estado de la Unión (State of the Union): son prácticamente rehenes de proveedores externos de petróleo, muchos de ellos ¡§en lugares inestables del mundo¡¨, léase Asia central, Medio Oriente o Venezuela. Por eso, ¡§la mejor forma de romper esta dependencia es producir nuestra propia energía, a partir de fuentes renovables, aquí en casa¡¨, les dijo Bush.

La producción de etanol en 2005 fue récord y consumió el 14% de todo el maíz producido en los Estados Unidos. El año pasado, la de biodiésel duplicó a la de 2004 y viene en crecimiento. Obviamente, las asociaciones de soja y de maíz norteamericanas apoyan esta visión; por otra parte, el gobierno federal destinó u$s290 millones en los últimos cinco años para promover el desarrollo de los biocombustibles.

Qué tiene que ver todo esto con los chacareros argentinos. Con un presupuesto cada vez mayor para mantener la política exterior y sus cuentas fiscales débiles, en el largo plazo los Estados Unidos están pensando en dejar de ser un jugador importante en el comercio granario mundial. ¿Por qué deberían comprar un petróleo cada vez más caro y vender granos cada día más baratos si pueden utilizar estos últimos para producir energía?

Dicho de otro modo: dejaría de ser trascendente el papel de los granos estadounidenses y por ende el hecho de que apliquen subsidios a su producción.

De forma tal que en el gran juego de los agronegocios globales, a futuro posiblemente haya que empezar a poner atención en otros competidores, como los productores brasileños con su soja o los del Mar Negro con sus cereales.

Javier Preciado Patiño

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