Para lo que resta de siglo XXI, se espera una serie de cambios en el clima que impactarán directamente en la funcionalidad de los ecosistemas, por lo que ya no se puede asegurar que puedan mantener la capacidad de sustentar a las generaciones futuras. En este sentido, un estudio financiado por la Unión Europea –del que participó el INTA– asegura que, producto del cambio climático, se reduce la abundancia y diversidad de bacterias y hongos de los suelos en los ecosistemas áridos y semiáridos, lo que afecta su funcionalidad.
De acuerdo con Juan José Gaitán –investigador del Instituto de Suelos del INTA Castelar y uno de los integrantes del proyecto– “los cambios proyectados en el clima tendrán efectos negativos sobre los ecosistemas áridos y semiáridos a nivel global”.
Esto se debe a que el incremento esperado en la temperatura y en las condiciones de aridez impactará negativamente en la abundancia y la diversidad de las comunidades de bacterias y hongos del suelo en zonas áridas. “En consecuencia, se verá afectada la funcionalidad de estos ecosistemas y, por lo tanto, se reducirá su capacidad de proporcionar servicios ecosistémicos básicos para la vida de los seres humanos en el planeta”, puntualizó Gaitán.
Es que, tanto las plantas como los microorganismos del suelo –bacterias y hongos– mejoran la funcionalidad de los ecosistemas al garantizar su fertilidad y regular el clima. La reducción de la biodiversidad impacta negativamente en los servicios que nos brindan los ecosistemas tales como la producción de alimentos, forraje y fibras, la capacidad de actuar como sumidero del dióxido de carbono y la regulación hídrica de las cuencas.
De la Patagonia al mundo
El estudio se enmarca en el proyecto “Biotic community attributes and ecosystem functioning: implications for predicting and mitigating global change impacts (BIOCOM, por sus siglas en inglés)” de la Unión Europea y fue publicado recientemente en artículos de las revistas Nature Comunications y Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS) de Estados Unidos.
Del proyecto participaron 50 investigadores de 30 centros de investigación del mundo –entre ellos el Instituto de Suelos del INTA Castelar– y consistió en el muestreo de 230 ecosistemas de zonas áridas, semiáridas y subhúmedo-secas en 19 países de todos los continentes, excepto la Antártida.
Tanto desde el Instituto de Suelos del INTA Castelar como desde el INTA Bariloche, los especialistas colaboraron con la medición de diferentes atributos del suelo y la vegetación bajo una misma metodología de varios sitios en la Patagonia.
Gaitán ponderó el trabajo realizado porque posibilitó evaluar de manera explícita las relaciones entre el clima, la biodiversidad y el funcionamiento de ecosistemas naturales a escala global, lo cual anteriormente solo se había realizado mediante estudios de laboratorio, en invernadero o localmente en ecosistemas puntuales.

