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El garbanzo busca crecer entre los cultivos de invierno

Las legumbres se instalan como una opción al trigo y la Argentina sigue recopilando experiencia en producción.

infocampo

En la búsqueda de alternativas al trigo, el garbanzo se posiciona como una interesante opción por su adaptabilidad en casi todo el territorio nacional. En tanto, las lentejas y las arvejas están más restringidos a una zona especifica en un radio cercano a los 300 kilómetros de la ciudad de Rosario.

Hoy la Argentina produce alrededor 80 mil toneladas de garbanzos, cuando la  cosecha mundial llega a 10 millones de toneladas. Los rendimientos oscilan entre los 2 mil y los 3 mil kilos por hectárea, pudiendo llegar hasta los 4 mil kilos si el suelo y la variedad son óptimos. Sin embargo, los técnicos esperan que el cultivo de un salto este año para alcanzar las 120 mil toneladas.

El grano cuenta en su trayectoria en terreno argentino con dos variedades inscriptas en el INASE, Chañarito y Norteño, que se cultivan desde Salta hasta el sudeste de Buenos Aires. El control de plagas y enfermedades es un desafío para este cultivo intensivo que busca desplazarse a lo extensivo, por que sus exigencias demandan control permanente a la hora de  elegir productos y el momento de su aplicación.

Bajo esa premisa BASF ofreció dos jornadas de capacitación en Rafaela, Santa F, y Jesús María, Córdoba, de la que participaron reconocidos especialistas en cultivos de legumbres.

El garbanzo tiene buenas oportunidades comerciales pero requiere tomar recaudos de vigilancia permanente del lote y ser muy cuidadoso con el uso de herbicidas, por lo que en la elección del lote hay que tener cuidado que no tenga una gran carga de malezas. 

En este momento no existen productos específicos aprobados en el país para controlar sanitariamente las legumbres. Por ese motivo, la empresa BASF junto a productores y técnicos argentinos, replican la experiencia aplicada en otros países. A la vez, adaptan estrategias de control del paquete tecnológico de la soja a la producción de garbanzos que se siembran en el mes de abril y se cosecha en noviembre.

Pablo Torasso, gerente de cultivos de trigo, maní, legumbres y pasturas de BASF, quien participó en diversas reuniones con productores, dijo a Infocampo que  “independientemente de la parte comercial del trigo, las legumbres son una alternativa diferente para toda la cadena productiva, que pueden generar mercados, manejos y rotaciones distintas, que a la vez brindan otro tipo de rentabilidad”.

La fase comercial de garbanzos, arvejas y lentejas es un tema clave, la calidad del producto es la que define su valor. Hoy una tonelada de garbanzos se cotiza entre los 500 y 900 dólares según su calidad y los principales destinos son la  India, Egipto, Dubai, Siria y Brasil.

Torasso remarcó que BASF “tiene una larga trayectoria en legumbres en uno de los principales puntos, como Canadá y Estados Unidos, lo cual se baja a Latinoamérica, a través de un proyecto de legumbres que se prueba desde hace dos años que está en proceso de ensayo en varias localidades.

Sobre los costos de siembra por hectárea explicó que la inversión inicial es más alta que el trigo, y se ubicaría entre lo que sería soja y maíz, con la ventaja comercial posterior por su alto valor comercial y la no existencia de retenciones. “El cultivo es muy adaptable teniendo hoy en el país inversiones productivas desde Salta hasta Balcarce, siendo en esta zona del centro del país uno de los mejores sectores para desarrollarlos”, agregó.

Por su parte, Margarita Sillón, fitopatóloga de la Universidad Nacional del Litoral, explico que “la amplia diversidad de clima y características productivas del territorio nacional hacen que las soluciones encontradas no sean válidas para todos”.

Además, recomendó a los productores prestar atención al curado con fungicidas de larga proyección de semillas. “El garbanzo tiene una enfermedad que se llama rabia del garbanzo que en el 2011 se hizo la primera detección de la enfermedad en argentina. El productor la compara con la roya de la soja, pero es un patógeno que sobrevive en el rastrojo y en la semilla, por eso si un lote tuvo rabia debería salir de la producción de garbanzo como mínimo por tres años”, aseguró. 

En tanto, BASF informó que actualmente tiene nueve productos en etapa de ensayos y desarrollo para los cultivos de garbanzo, arveja y lenteja. “El objetivo es ofrecer al productor una paleta completa para legumbres, compuesta de cura semillas, inoculantes, herbicidas, fungicidas, insecticidas y defoliantes”, aseguró la compañía.

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