Según el inventario de los gases del efecto invernadero (GEI) de la Argentina, el sector ganadero tiene una participación del 35% en las emisiones de gases. Un 60% de estas emisiones corresponden a metano, y el 40% restante a óxido nitroso.
El veterinario Claudio Cabral explicó que, dentro de la ganadería, el 89% es generado en el proceso de engorde de bovinos, y se origina en el proceso de fermentación a nivel ruminal.
Este proceso comienza cuando las proteínas y fibras ingeridas por el animal son atacadas por las bacterias de la flora bacteriana en el rumen, transformándose en proteínas microbianas y liberando óxido nitroso y metano como parte del proceso degradativo.
“El nivel de solubilidad de la proteína está relacionado con la emisión; a mayor solubilidad, más fácil es el ataque bacteriano, y, por consiguiente, la liberación de gases”, explicó. Para insolubilizar a la proteína y evitar su pérdida a nivel ruminal, se emplean sustancias como taninos específicos Silva Feed By Pro, un extracto vegetal a base de taninos que usado como aditivo en alimentación animal produce by pass ruminal de proteínas, que disminuye la producción de gases de efecto invernadero a nivel ruminal: “Los taninos forman complejos reversibles con proteínas dietarias, de manera que se evita su degradación ruminal y pueden ser desdoblados en el intestino”, explicó el Lic. químico Pablo Lencioni.
El uso de taninos tiene un doble beneficio. Disminuye la producción de gases a nivel ruminal, con el consiguiente ahorro energético metabólico. En segundo lugar, el mayor nivel de proteína by-pass, del intestino posibilita el aumento en la eficiencia de absorción de nitrógeno.
Los profesionales destacaron que, a nivel experimental, se han propuesto diferentes técnicas para medir el nivel de emisión de gases en bovinos. Una de estas técnicas consiste en la colocación de un bolo intra-ruminal, que emite un gas inerte en forma controlada y en cantidad de trazas. Este gas es eliminado por el animal por boca o nariz, junto con los GEI, de forma tal que colocando una cánula cerca del hocico, se toman muestras de esta emisión en forma constante, regular y conocida. Los gases muestreados se almacenan en un pequeño cilindro colector, fijado mediante un arnés al morro del animal y enviados periódicamente al laboratorio para su análisis.
La cantidad de gas inerte hallada en la muestra, junto con el metano analizado, permiten inferir la cantidad producida por el animal.