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Las metas del sector avícola acortan la brecha con ganadería

Este 2010 es el punto final para las metas que el sector se fijara en 2003, tras haber sufrido no sólo la peor crisis del país sino diez años de convertibilidad que la habían dejado al borde de la extinción.

Este 2010 es el punto final para las metas que el sector se fijara en 2003, tras haber sufrido no sólo la peor crisis del país sino diez años de convertibilidad que la habían dejado al borde de la extinción.
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Felizmente, el contexto global y macroeconómico nacional, junto con una gestión de coordinación eficiente de la cadena de valor, hicieron posible que las metas trazadas cuando la crisis comenzaba a quedar atrás fueran sobrecumplidas.

Roberto Domenech, titular de la Cámara de Empresas Procesadoras Avícolas, que agrupa la casi totalidad de la producción de pollos, mostró la contundencia de los números: en estos siete años las exportaciones pasaron de 62.000 a 330.000 toneladas, lo que se tradujo en el ingreso de divisas por 450 millones de dólares.

La producción de carne, que en 2003 era de 760.000 toneladas, trepará este año a 1,65 millón de toneladas, mientras que el consumo interno creció de 20 a 35 kilos por habitante y por año.

Si todo sale como se piensa, la industria seguirá creciendo los próximos siete años, al 6% anual, lo que llevaría la producción de carne aviar a 2,5 millones de toneladas en 2017, con exportaciones que se ubicarán en un piso de 600.000 toneladas y un valor de 1.500 millones de dólares. Estos números acercan en forma sustancial el sector avícola al bovino.

Es que la productividad de la ganadería bovina se encuentra estancada desde hace 20 años al menos, con pisos de 2,5 millones de toneladas (1998) y techos de 3,4 (2009) de carne, y exportaciones que en el mejor de los casos treparon a 771.000 toneladas (2007) por valor de u$s1.300 millones.

La avicultura de carne, con su modelo de organización basado en la integración vertical con tercerización de algunos servicios (el engorde de los parrilleros) ha demostrado ser capaz de acortar la brecha que la separaba de la carne más emblemática de los argentinos.

De hecho, en la provincia de Entre Ríos la avicultura es la segunda actividad del complejo agro después de la producción granaria como aportante al producto bruto provincial, muy por delante de la ganadería bovina.

El titular de Cepa destacó que, para sostener la expansión, las empresas desembolsarán 600 millones de dólares y darán empleo directo a 9.000 trabajadores, por la necesidad de nuevas plantas de procesamiento, galpones de crianza, incubadoras, túneles de frío y plantas de balanceado.

Un caso emblemático es que luego de ocho años de permanecer inactiva, la planta de la quebrada San Sebastián, en la localidad bonaerense de Pilar, ha vuelto a la producción, ahora en manos de Granja Tres Arroyos. Era una de las pocas plantas que habían sucumbido durante los años del uno a uno, que faltaba ponerse en funcionamiento nuevamente.

Por otra parte, surgen nuevos emprendimientos, como el de Avex, en Córdoba, que ha anunciado que duplicará su producción, o el grupo boliviano Anglarill, que ya opera en Salta con la producción de reproductoras y huevos fértiles, pero que planea construir una planta de faena de gran escala en la provincia norteña con capacidad de 200.000 aves/día. 

La firma ya tiene una planta de balanceados de 5 t/hora, una granja de producción propia y otras dos integradas que, en total, albergan 480.000 pollos. La inversión estimada sería de $12 millones.

También se puede mencionar el caso de la Unión Agrícola de Avellaneda, que fueron invitados por el gobernador de la provincia de Chaco a una reunión en donde les mostró su interés en que la firma cooperativa desembarque fuerte en la provincia para crear un polo avícola en la zona. Hoy están trabajando en la localidad de Avellaneda (Santa Fe), y en una primera instancia se instalarán en Chaco, y no descartan comenzar la producción integrada de pollos en la región.

Pero hay una inversión ‘hormiga’ que completa el círculo virtuoso. Muchas compañías de primera línea han cambiado las líneas de eviscerado incrementando no sólo su capacidad de faena sino también la calidad del proceso. Son inversiones de no menos de 2 millones de euros, que las empresas financian con su capital de trabajo.

Pero lo mejor es que las líneas reemplazadas, una vez reacondicionadas, se están instalando en plantas semiautomáticas, aumentando la capacidad 30 a 50% y mejorando también la calidad del producto.

Domenech insistió en que la cadena debe incrementar el valor agregado en sus productos y expandir el portfolio. Por otra parte, es un dato que no sólo se están exportando los pollos o los ovoproductos, sino que también servicios e insumos relacionados.

Es el caso de Industrias Metalúrgicas Halperin SA, al que hizo referencia (no por su nombre) la presidenta de la Nación en el Día Nacional de la Avicultura, y que lleva colocados más de 1.000 galpones en el exterior en estos últimos años, muchos de ellos en países centroamericanos.

En lo que respecta a la ovoindustria, las metas son igualmente ambiciosas. Este sector creció más del 50% entre 2003 y 2010, y ahora plantea pasar de los 9.500 millones de huevos a los 12.500 millones en 2017, llevando el porcentaje exportado del 7 al 10%.

La inversión para lograr esta meta rondará los 400 millones de dólares e involucrará un incremento de 1,5 millón de aves nuevas por año.

La síntesis de todo este movimiento es que, para 2017, casi 6 millones de toneladas de maíz y unas 2,5 de subproductos de la soja serán consumidas por el sector avícola.

Esto significa multiplicar por entre 5 y 8 el valor de los granos, gracias a su transformación en proteínas animales.

Artículo publicado en la edición de hoy de Infocampo Semanario

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