Publicidad Cerrar X

Mitos y realidades de los pooles de siembra

Tanto desde el Gobierno como desde un sector del ruralismo en conflicto ha comenzado a señalarse a los pooles de siembra como los malos de la película, el enemigo común a quien hay que doblegar antes de que se apodere del mundo. Pero, ¿de qué se habla cuando se habla de un pool? Semanas atrás... Read more »

infocampo
Por Infocampo

Tanto desde el Gobierno como desde un sector del ruralismo en conflicto ha comenzado a señalarse a los pooles de siembra como los malos de la película, el enemigo común a quien hay que doblegar antes de que se apodere del mundo.

Pero, ¿de qué se habla cuando se habla de un pool? Semanas atrás tuve la oportunidad de entrevistar a un ruralista que hablaba pestes de los pooles. Le pregunté por qué eran malos los pooles y me respondió que eran malos porque degradaban los campos con su ambición lucrativa.

Pero unos minutos antes me había dicho que su hijo, también vinculado al negocio agrícola, arrendaba campos en la zona.

“¿O sea que los pooles son malos, excepto el de su hijo?”, le pregunté. Se hizo un silencio y luego reímos los dos. No había mucho más que decir.

El odio a los pooles, si es real, debe tener otra causa.

De lo poco que conozco quisiera volcar algunas cuestiones antes de que los pooles pasen a la historia como los monstruos de esta agricultura.

1) A muchos propietarios de campos les resulta mejor negocio arrendárselos a estas asociaciones de siembra que producirlos ellos mismos. No es que los pooles los estén desplazando, ni mucho menos, sino que simplemente se embolsan 10, 15 o 20 quintales de soja con riesgo cero.

2) Los pooles tienen ventajas de escala, pero también problemas vinculados a ella. Me acuerdo bien de la primera oleada grande de fondos de inversión agrícola en los 90, cuando ocurrían deseconomías como que el fertilizante llegara al campo cuando el maíz ya estaba floreciendo o labores contratadas y pagadas, pero pésimamente hechas. Conozco gente que puede dar fe de ello.

3) Es lógico que una cooperativa que vive del grano que le envían sus socios esté preocupada por el avance de los pooles. Si el socio deja de producir, posiblemente el grano operado por el pool tenga un destino distinto a la cooperativa, que tal vez ni siquiera llegue a proveerle los insumos.

4) Se dice que los pooles son extractivos de la fertilidad y que buscan contratos anuales, que mojan y se van. Hasta donde conozco, los pooles buscan contratos de largo plazo, porque les es más negocio que la incertidumbre de no saber si continuarán en ese campo. Por otra parte, ¿estamos seguros de que un propietario no cambia de arrendatario si le ofrecen un quintal más? Vamos.

5) Hay datos del Inta, que no tuvieron mucha difusión, pero que demostraban que los pooles (en verdad el que alquila campos) tienden a invertir más en tecnología. La razón es sencilla: para bancar un arrendamiento de 20 quintales y los costos directos hay que estar seguro que se va a cosechar mucho.

Y ya lo dijo en su momento Díaz Zorita: la productividad acompaña la sustentabilidad.

Por otra parte, ¿qué es un pool de siembra? ¿Qué lo define? ¿Es la superficie?

¿Es el hecho de alquilar? ¿Es el hecho de manejar capitales de origen no rural?

Estoy seguro que en un mano a mano, a muchos de los que critican a los pooles les resultaría muy difícil sostener sus argumentos.

Conozco bastante bien a Los Grobo, el arquetipo sindicado del pool de siembra.

Tal vez el pecado que cometieron haya sido presentarse abiertamente a la sociedad, contrariando la regla no escrita del sector agropecuario de profesar siempre el bajo perfil.

Pero en tal caso habría que preguntarles a quienes les alquilan las 110.000 hectáreas que producen qué opinan.

O a las 1.800 pymes que les prestan diversos servicios (siembra, cosecha, etcétera). ¿Qué pensarían si una ley, a las que somos tan proclives los argentinos en nuestra tentación por el bien, los obligara a tener que dejar de alquilarles o prestarles servicio? Mejor dejémoslo ahí.

Seguí leyendo:

Temas relacionados: